Agosto en Salamanca es la médula pedestre del verano. Es una encrucijada de voces, de acentos, de lenguas y lenguajes. Es silencio. Es el sol que ilumina nuestros labios y almendra nuestros ojos y evoca nuestra condición de seres estacionales.
El olor a paella en cualquier momento del día, la sombra transitada en cada calle. Agosto en Salamanca es más que un cuándo y un dónde; es un (o múltiples) porqué(s) .
Mientras se derriten los últimos hielos de un invierno que siempre se recuerda como el mayor de los inviernos, agosto agostea la ciudad
y tú sonríes.