En la jaula de llamas veintiséis
personas sorprendidas por el fuego,
que se extiende como el hambre voraz
de vida ante el abismo del abismo,
unen cincuenta y dos brazos y manos,
los últimos centímetros del tiempo,
y esperan el final sin separarse.
Estaba cerca el mar, pero el dragón.
Estaba cerca el mar.
Los cuerpos calcinados, el asombro,
el instinto sin voz, tragedia griega.
Morir en un abrazo, piel con piel.
Morir en un abrazo.
Cuando todo termina solo queda
lo único que siempre, que nosotros.