Vaya por delante que este texto no es una crítica a aquellas mujereas concretas que, como decisión personal, no quieren tener hijos, ni a aquellas que queriendo no pueden y deben recurrir a la fecundación asistida en alguna de sus formas. Son derechos individuales respetables que deben ser protegidos
Pero, desde el punto de vista social, le propongo una segunda contradicción de nuestro tiempo: (a) mientras son, cada vez más, las mujeres que deciden no tener hijos o postergar su gestación por encima de los 30 ó 35 años, (b) otras muchas, con pareja o sin ella, también cada vez más, recurren a los centros privados o públicos, para recibir ayudas a su fecundación.
Esta contradicción tiene efectos colaterales de gran importancia: desciende la fecundidad (a pesar de las ayudas, siempre escasas), los niños nacen más tarde (a los 32 años de su madre, de media, después de la edad biológica óptima), nacen con más frecuencia con bajo peso, hay más prematuros, mellizos o gemelos, entre otros riesgos. Los pediatras nos lo recuerdan en todos los congresos con datos irrefutables.
¿Cómo armonizar derechos individuales con claras contradicciones sociales de nuestro tiempo? Reflexione y opine, yo no tengo la solución.
Tenemos en hábito de llamar progreso a los cambios de la vida moderna, pero haríamos bien en separar el grano de la paja y esta de las malas hierbas. ¿Qué piensa usted?
Las razones de las mujeres que no quieren tener hijos son muy diversas, no solo las siempre citadas, con razón, referidas a las malas condiciones laborales, como explicamos en otro texto reciente. Remover estas razones no será fácil, salvo las laborales, si el país sigue avanzando económicamente y en derechos sociales. Pero hay otras, como del hecho de que el valor de la fecundidad y la dedicación a los hijos no sea hoy un valor en alza, que tienen que ver con esta cultura consumista y banal en la cual todos queremos ser cuidados, pero no tanto ser cuidadores.
Las que quieren y necesitan ayudas, por razones biológicas, no tener pareja o ser lesbianas, hacen uso de sus derechos. Conviene facilitarle el ejercicio de estos derechos, desde antes de los 30 años.
En un estudio cualitativo con adolescentes, nos dijeron que había dos cosas que no estaban seguros de querer en su vida adulta, ser profesores y ser padres. Una profesión centrada en la infancia y la paternidad-maternidad, ¿están en crisis? ¿Por qué cree usted que los adolescentes nos daban este tipo de respuestas con demasiada frecuencia? Según ellos, es su versión, los maestros y los padres tienen que aguantar mucho. ¿Tendrán razón?, ¿Por qué la crianza y educación se han vuelto tan costosas en tantos aspectos? Y ya sabe usted, asumir costes y compromisos no está de moda.