BABILAFUENTE | Este lunes comenzaba la Escuela de Verano, que ofrece a los niños dos semanas cargadas de actividades relacionadas con la naturaleza
Intrépidos aventureros que buscan leones, trenes con revisores enfadados y animados bailes del "chipi-chipi" protagonizan las canciones que entonan cada día, desde este lunes, los 112 niños y sus 27 monitores de la Escuela de Verano en el frontón de Babilafuente a las 19.30 horas. La iniciativa fomenta la convivencia entre los más pequeños durante dos semanas cargadas de imaginación y diversión.
Este jueves en la Plaza Mayor de Moríñigo, mientras el sol se esconde tras el campanario de la iglesia y los niños terminan los bocadillos de la cena, el dominico Luis Martín, quien dirige la Escuela, califica de "esperanzador" el futuro de la iniciativa. Los padres siguen confiando en ellos, han incrementado el número de niños respecto a años anteriores y cuentan con nuevos monitores. Lo explica unos minutos antes de ponerse en corro con todos los participantes para cantar y empezar las actividades que harán en Moríñigo durante la noche, una visita que repiten cada año y que siempre es bien recibida por los vecinos de este pequeño pueblo de un centenar de habitantes.
"Hemos visto que mucha gente organiza sus vacaciones para traer a los niños a la Escuela de Verano", asegura Luis Martín, quien defiende la iniciativa como una forma de socializarse para los niños. Sin embargo, no solo los niños hacen amigos. El grupo de monitores también hace equipo. Distribuidos en grupos cuya formación se elige por sorteo, afrontan juntos el reto de durante dos semanas entretener a niños de entre 4 y 12 años y transmitirles valores como la importancia del reciclaje y el respeto por la naturaleza.
Nuevos monitores
La pervivencia de la Escuela de Verano pasa por la incorporación de nuevos monitores que sustituyan a los que lo van dejando. Quienes hoy son monitores, hace años se apuntaban a la Escuela. El buen recuerdo que guardan de aquellos tiempos les ha llevado a colaborar para intentar que los niños de hoy disfruten como lo hicieron ellos. Lo confirma Ania Guijarro, una de las incorporaciones de este año, quien destaca que la Escuela de Verano "es una cosa que hemos vivido desde pequeños".
Tan solo llevan cuatro días con los niños, pero todos los nuevos monitores aseguran estar muy contentos. Otra de las nuevas monitoras de este año, María Plaza, resalta que le hace especial ilusión ser monitora de los hijos de quienes fueron sus monitores. Plaza, que ya había trabajado con niños antes y este año por primera vez ha conseguido cuadrar el calendario para sumarse a la Escuela, explica que "hay mucha diferencia entre los grupos. Algunos son muy fáciles de llevar, pero hay grupos que son muy difíciles".
Naturaleza
Cada año, los monitores eligen un tema sobre el que versarán las actividades. En esta ocasión, los juegos y manualidades están centrados en la naturaleza. El monitor Héctor Cortés resalta la variedad de actividades con las que entretienen a los participantes y explica que la Escuela "no se prepara de un día para otro, hay que dedicar mucho tiempo y ganas". Entre las actividades que han preparado se encuentra una manualidad que consiste en hacer un puercoespín cuyas púas estarán formadas por césped una vez que este crezca. Para poder hacer las manualidades es esencial la colaboración de los vecinos, quienes han ayudado masivamente aportando los materiales que solicitaron a través de las redes sociales.
La visita a Moríñigo no es la única salida organizada por la Escuela. El próximo martes será el turno de ir al cine, donde verán la película Hotel Transilvania 3. La Escuela llegará a su fin el próximo viernes con un gran juego por todo Babilafuente y la proyección de las fotografías hechas durante estas dos semanas. Hasta ese día, seguirán sin miedo en busca de un león, volverán a parar el tren tirando de un cordel y continuarán bailando lo que les enseñó la Mari, "el chipi-chipi".