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OPINIóN
Actualizado 17/07/2018
Andrés Barés Calama
Siendo niños jugamos en el barrio,
y en aquel regato regado de rocío,
más en invierno helado por el frío,
bajando sobre el hielo con gran brío.
Anhelábamos las fiestas de la noche,
recogiendo de los montes la retama,
ver la gran hoguera desde la ventana,
noche de San Juan cerrando el broche.
Caminando salimos hacia el bosque,
un lugar con laguna y croar de rana,
ermita de San Marcos, así se llama,

extiendo mis manos, su silencio toque.
Y miramos a la sierra con su cima,
como miro el rosado en tus pupilas,
es el sol que se aparta cuando brillas,
sobre el roble, el castaño y la encina.
Volvemos hacia el pueblo de la mano,
por el sendero de curva y de requiebro,
para así decirte lo mucho que te quiero,
para que sepas lo mucho que te amo.
Andrés Barés Calama
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