Es el margen que se suele dejar a un Gobierno que se estrene, como es el del Sr. Presidente del Gobierno del Reino de España, D. Pedro Sánchez. Pero los tiempos adelantan que es una barbaridad y, en su caso, van que vuelan, porque cien días pueden dar para mucho. Por mi parte, me siento liberado de esta cortesía política porque el tiempo corre deprisa y por las siguientes razones:
1) Un no hecho: D. Pedro no ha convocado Elecciones Generales, como debería haber hecho dada su no condición actual de parlamentario. Un Presidente que haya salido como número uno por Madrid, o por Soria, que a ver dónde está escrito que tenga que ser por Madrid, es mucho más presentable que otro que haya llegado por procedimientos democráticos atípicos, como es el caso. Atípicos pero democráticos, conforme a Ley, nada que objetar. Es mera cuestión de estética política. Y la estética, hoy en día, manda mucho.
2) Un hecho: la idea de que los coches diesel "tienen los días contados" ha provocado que las petroleras suban los precios del gasóleo, con lo cual, los ingresos de la Señora Montero (antes era el Sr. Montoro?¿Tendrá algún virus fiscal Andalucía concentrado en el ADN de los apellidos con consonantes "mntr"?) han subido en la debida proporción, a la espera de ulteriores subidas apoyadas en el dogma no científico de que los motores diesel contaminan más que los gasolina o los eléctricos, todo lo cual está por probar, especialmente con los motores diesel que obedezcan a la normativa europea 6 (la actualmente vigente, vaya). El hecho probado es que el gasóleo de automoción me ha subido un 15 % en la última semana. Y, ya que estamos, me pregunto: ¿veremos nuestras autovías pobladas de camiones con motor de gasolina como en Norteamérica? ¿Hablaría de eso el Sr. Sánchez con el Sr. Trump durante la última Cumbre de la OTAN? ¿Los barcos propulsados por motores diesel, en cuyos cilindros cabe un operario cuando hay que limpiarlos, tendrán que cambiar los motores? ¿El keroseno de aviación, que suelta mucho humo negro y unas cuantas partículas que podemos ver cada día en las estelas que surcan los cielos, por qué combustible alternativo será sustituido? ¿Y la electricidad con que se cargan los vehículos eléctricos dejará de producirse a base de quemar combustibles fósiles? Las nucleares tienen los días contados y, en España, a veces no sopla el viento y los embalses hidroeléctricos se vacían con harta frecuencia. Ya sé: instalaré en el techo de mi coche diesel 150 metros cuadrados de paneles solares y, con unas buenas baterías, todo arreglado.
3) Cuatro manías recurrentes: 1) estatalizar el sistema de Enseñanza, ahogando o suprimiendo por Real Decreto la Enseñanza Concertada, aunque esta le salga mucho más barata al Estado que la Pública. ¿Pero no decía el Ministro Gabilondo que había que firmar un Pacto de Estado? Por debajo de esta manía, está la de no respetar los deseos de la Sociedad Civil, cuando esta no se pliega a la Ingeniería Social diseñada por los gobernantes de turno. 2) degradar la asignatura de Religión, sin querer darse cuenta de que los creyentes, de cualquier confesión, también los evangélicos y los cristianos ortodoxos y los judíos y los musulmanes?y los católicos? pueden y deben aportar mucho al sistema democrático, como sí que ha visto el presidente de Francia, Emmanuel Macron. 3) Volver a implantar la Formación del Espíritu Nacional o como se llame ahora la asignatura de Educación Política políticamente correcta. 4) Cargarse el Concordato con la Santa Sede, un Concordato que no existe, sino cuatro Acuerdos Parciales constitucionales, revisables, como casi todo en esta vida, pero a los que yo aplicaría la máxima de mi tío Gregorio, que en paz esté: "Cuando las cosas están cerca de bien, mejor no cambiarlas". Pero "doctores tiene el Santo Derecho Constitucional" (o ¿cómo era el dicho?...)
4) Y un hecho un tanto extraño: los inmigrantes rescatados por el buque "Aquarius" y recibidos con todos los honores y medios mediáticos en Valencia, ahora resulta que la que se va a encargar de acogerles va a ser sobre todo la Iglesia Católica, o sea Caritas, que es lo mismo. Está claro que las alforjas católicas son muy convenientes para el viaje democrático.