ALBA DE TORMES
Actualizado 15/07/2018
Redacción

PELAYOS | Ayer sábado, el grupo de Teatro 'Lazarillo de Tormes' representó su montaje 'Teresa, la jardinera de la luz' en el marco del conjunto de actuaciones que la Diputación de Salamanca está patrocinando para conmemorar el Año Jubilar Teresian

No sabemos cuántas veces recorrería la 'andariega' Teresa los caminos de la Comarca de Alba de Tormes, que en este Año que el Papa Francisco ha decretado como Jubilar Teresiano se llena de peregrinos caminantes deseosos de poner sus pasos por las mismas sendas por las que lo hiciera Teresa de Jesús. Lo que sí se puede afirmar es que han sido muchos los kilómetros hechos por toda esta Comarca de Aguas del Tormes por el grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes', que actuación tras actuación ha llevado a multitud de pueblos su interesante montaje Teresa, la jardinera de la luz, para mostrar su aún más interesante perspectiva que de la carmelita nos ofrece.

Sabedora de estar ante un muy buen proyecto que desde la plataforma teatral catapulta tantos aspectos interesantes en el ámbito de la cultura, y aprovechando la oportunidad de encontrarnos en un año donde la protagonista coincide con el de la obra teatral, la Diputación salmantina está apoyando tan valioso trabajo para que su puesta en escena llegue a toda nuestra geografía charra. No importa la envergadura o importancia de las localidades. Todas la tienen por igual a la hora de que sus habitantes tengan la oportunidad de acceder a la calidad que algunos productos ofrecen, sobre todo en el olvidado tema de la cultura, y hacer del ocio algo enriquecedor. Para evitar que las aguas del olvido que con el progreso inundan tantos terrenos habitados por gentes que tienen que huir a zonas donde vivir más seguros, hay que tener en cuenta a los que se quedan guardando siglos de Historia, tradición y esfuerzo. Pelayos es uno de estos pequeños pueblos que sigue vivo a pesar de ser casi arrasado en su totalidad por las aguas de un pantano que favorecía a mucha más gente de la Comarca que los que en el pueblo tuvieron que abandonar sus casas.

Este Pantano lleva el nombre de Teresa, aquella mujer que pasó por estas tierras de Salamanca para recorrer su último camino, y que hace que todos los salmantinos en general la recuerden con cariño y orgullo. Los habitantes de Pelayos no son menos, y quisieron conocer mejor a mujer de tan particular personalidad a través de esta obra de teatro, cuya fama la precede por la cantidad de espectadores que habiéndola visto ya admiten encontrarse ante un personaje novedoso, que abre nuevos caminos que recorrer en su historia de vida.

Rodeada de dehesas, paisajes que se adornan con berrocales y se bañan de esas aguas tan necesarias para hombres, ganados y cultivos, Pelayos ofrece a sus visitantes la sencillez de una vida tranquila, y la de saber aceptar lo que los nuevos tiempos van trayendo consigo. Así descubrieron sus habitantes a Teresa de Jesús que como la 'jardinera de luz' que 'Lazarillo de Tormes' nos presenta, fue inamovible en sus principios como las fuertes raíces de las encinas de esta tierra, que parecen estar desde siempre y para siempre. Y como un torrente de agua inundó las vidas de los que a ella se acercaron sosteniéndolos con la fuerza de la piedra. Tal torbellino vital era inaceptable en una sociedad cerrada que como cualquier otra de estas características no admite lo que está fuera de las normas establecidas. Y en el siglo XVI no se podía ser mujer, monja por decisión propia, y con capacidades intelectuales y morales por encima de los más válidos y poderosos. Con todos lidió y por la mayoría fue condenada. Pero a sus obras y escritos hay que remitirse para entender que la Historia la haya puesto en su justo lugar.

El lugar en el que nuevamente se sitúan las monjas carmelitas de Teresa, la jardinera de la luz fue el escenario que brindó el altar de la acogedora iglesia de Pelayos, donde sus habitantes se sintieron protagonistas junto a aquellos austeros hábitos de lana, apoyando con su presencia y comprensión lo que allí sucedía, gracias a unos actores, profesionales en cualquier aspecto, que les hicieron olvidar que lo eran, y que consiguieron que su sencillo atrezzo una vez más pareciera formar parte del lugar que ocupan. San Pedro, patrón tan celebrado en Pelayos hizo uso como siempre de sus llaves para abrir la casa de todos sus feligreses que compartieron espacio y tiempo con un convento de la cercana Alba que hace muchos siglos ya fuera testigo como ellos ahora del momento más importante de la vida de Teresa de Jesús, porque para ella "aunque todo se pierda, sólo Dios basta".

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