El proceso de primarias que abrió recientemente el PP, y que ha llevado a la segunda vuelta a Soraya Sáenz de Santamaría y a Pablo Casado, nos ha dejado sin duda un ambiente flotando en el entorno de dicho partido de cierta hostilidad comedida.
Y digo comedida, porque ciertamente, aunque algún que otro cuchillo está volando entre ellos, se lo están lanzando de una forma muy sutil, como queriendo guardar las apariencias y dejar claro el mensaje de que todo va de muy 'buen rollo'.
No obstante, quizá las formas tan suaves a la hora de lanzarse las 'puyas' se deban a que, en realidad, a ninguno de los contendientes les convenga demasiado tener de uñas al otro de cara a futuros repartos de puestos, en una especie de "puedes ganarme, pero no te olvides de enchufarme".
En todo caso, la hostilidad que parecía demasiado evidente entre los aspirantes en primera ronda de las primarias del PP, era la existente entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Demasiado evidente por gestos, miradas, incluso desprecios entre ellas en algunos actos, aunque de una forma comedida, sin palabras gruesas ni insultos. Y es que también los hay que saben despreciar con una cierta dosis de elegancia, y aunque el odio que pueda haber sea el mismo, no se nota tanto de cara a la galería.
Ahora, parece que la hostilidad de Cospedal hacia Soraya puede jugar a favor de Pablo Casado, ya que los 'cospedalistas' en teoría apoyarán mayoritariamente en la ronda final al abulense, por aquello del simple desprecio o falta de aprecio a Sáenz de Santamaría.
Y, ciertamente, Casado ha recogido el guante, señalando que los principios e ideas que impulsa vienen a ser los mismos que los de Cospedal, y que ésta será bienvenida en su proyecto, en una maniobra que lo que busca es atraer los decisivos votos 'cospedalistas' para impedir que Santamaría tome las riendas de los populares.
Por su parte, Soraya se ha aferrado como si no hubiera mañana a los comodines de 'la lista más votada' y 'la unidad del partido', para intentar evitar una segunda ronda, buscando que Casado se quite del medio renunciando a la votación final. Y es que la vallisoletana es consciente de que la cosa va a estar muy reñida y tiene bastantes probabilidades de no alcanzar su objetivo y que Casado le 'coma la tostada'.
Sin embargo, el aspirante abulense ya ha dicho que no va a renunciar a la segunda vuelta que se celebrará la semana que viene, y que Soraya y él tendrán que medirse en ella 'de todas todas'.
Veremos, en todo caso, qué depara el Congreso del PP del fin de semana del 20-21, y cómo finaliza el 'culebrón' de verano para el liderazgo del Partido Popular.