OPINIóN
Actualizado 30/06/2018
Alberto D.

Hay comentarios para todos los gustos y hasta en cada casa hay varias opiniones; incluso es un tema que no se trata en las conversaciones entre amigos o con gente del trabajo para evitar discusiones o problemas. Es un tema prohibido.

Y lo curioso es que está en las noticias de todos los días y a todos se nos encoge el alma ante la desgracia de tantas personas en las que podríamos encontrarnos cualquiera de nosotros nada más que hubieran cambiado algunos detalles de nuestra venida al mundo.

Y sin embargo apenas nadie sale en su defensa y no poca gente sale a la calle contra ellos; hay países donde ni los admiten o hablan de llevarlos a campos de agrupamiento para evitar que se mezclen con la ciudadanía. Estorban, son diferentes y en ocasiones provocan la discriminación por sus modos y su conducta.

Es verdad que algunas voces se alzan contra el rechazo y el encerramiento pero son las menos, unos cuantos espacios de izquierda, algunos políticos y como no podía ser otra cosa las consabidas voces de la Iglesia Católica desde el Papa de Roma hasta los obispos y no pocos predicadores desde sus púlpitos. Pero la mayoría de la gente, desde la clase política hasta cualquier peatón social, casi todos están en contra de toda esta gente que está siendo ya una amenaza extraña, a la vista cada día más. Y más grave cada día. Habría que acabar con esto.

Tú, ¿qué dirías?, ¿que hablo de los miles de emigrantes del Sur de estos días de julio de 2018 que parecen acabar un día no lejano con nuestro estado de bienestar?, ¿o que estoy hablando de los judíos alemanes y polacos con unos párrafos tomados de un periódico de finales del año 1938?

¿Hablo del holocausto de entonces contra los judíos y ante la cobarde y cómoda pasividad de media Europa? ¿O hablo del holocausto de ahora contra miles y miles de emigrantes que huyen de los países de hambre y guerra del Sur, del África subsahariana? ¿Y qué dirán de nosotros los habitantes de Europa de los años tres mil cuando hagan juicio de esta generación que tiene ahora el mando económico, político y mediático y vean que se contentó con rechazar o repartir odio y rechazo o con mirar para otro lado?

¿Son dos situaciones parecidas, son dos holocaustos parecidos, son dos injusticias colectivas parecidas, son dos inmensas traiciones parecidas? Hay holocausto en los dos casos, ¿o no?

Había un movimiento social y político contra los judíos, gitanos, homosexuales, y similares, que se extendía cada vez más por media Francia, toda Alemania y Polonia entera. Eran, se pensaba, gente socialmente descatalogada, improductivos en realidad, creadores de problemas y fuente de inestabilidad social por sus grandes y graves diferencias en casi todo con el resto de la población normalizada. No es racismo, es limpieza social y seriedad de un país adulto. Y no sin pudor se les negaba su derecho a la existencia. Y el poder fascista llegó hasta donde llegó, pero el camino hasta el crematorio fue largo y con muchos acompañantes en los pasos y etapas que se fueron sucediendo, a la vista de todos, con el silencio de muchos, la protesta de unos pocos y la molesta aprobación de una mayoría silenciosa.

Y, equivalentemente me parece muy parecido hoy el estado de la cuestión en relación con los emigrantes. Hay un movimiento social y político en toda Europa contra ellos y ese rechazo se extiende sobre todo en Bélgica, Austria, Alemania, Italia, Polonia y bastantes países más. Incluso se va abriendo paso, entre los políticos y los ciudadanos de casi todos los países, la solución de encerrarlos en campos de agrupación y clasificación instalados en países fuera de la Unión Europea a cambo de compensaciones económicas. Como en la Europa nazi hay también hoy mucha falta de pudor y de vergüenza pero se van acordando pasos y decisiones consensuadas sobre esto. Y llegarán los campos de concentración, perdón, quise decir campos de agrupamiento o así?

Estoy seguro de que a los franceses de Vichy, a los alemanes del entonces Partido Nacionalista alemán, a muchos polacos, a la mayoría de los españoles en la medida de que tuvieran alguna información sobre esto por los años cuarenta, a los pacíficos ciudadanos de media Europa? les parecían bien las purificadoras medidas del Estado alemán. Y no había otra solución si se querían conservar los viejos valores de la Europa de siempre.

Y estoy seguro también de que a buena parte de los españoles, casi a la mayoría de italianos, a casi todos los austriacos y a multitudes de Francia, Alemania y demás países de la Eurozona, les parecen acertadas y necesarias las leyes de expulsión, la mano dura con los inmigrantes y las devoluciones en frío o en caliente. Hay que protegerse y si se baja la guardia la Europa que conocemos acabará desapareciendo pronto. Hay que echarlos y de malos modos para que no haya nunca ni un brote de "efecto llamada". ¡Inmigrantes fuera!

Hubo en Alemania muchas voces en defensa de los judíos, hubo manifestaciones al día siguiente de los Cristales rotos; obispos y pastores levantaron la voz y avisaron contra impunidad de todo lo que se estaba haciendo, crearon redes de libertad, salvaron muchas vidas, organizaron traslados secretos y acciones de sabotaje, desde el ciclista Bartali hasta la lista de Schindler etc., etc., etc? Pero la acción poderosa de una estado prepotente apoyado por el ambiente general y la mirada evasiva de los más? logró imponerse y funcionaron concentraciones y crematorios.

Y hay también hoy esas mismas acciones en defensa de los inmigrantes, por parte de muchas instituciones, algunos estados, muchas organizaciones de la Iglesia y muchos particulares que se movilizan en defensa del emigrante y van creando hoy una compleja red de defensa y ayuda? pero la acción poderosa de las mayor parte de los Estados de Europa, con apoyo de muchos de sus ciudadanos y con la pasividad de la mayoría que sólo se lamenta? logra imponerse y acabarán funcionando pronto las concentraciones en terceros países y las devoluciones a toda prisa.

Y como no hay espacio para más, a la pregunta del título: Y tú, ¿qué dirías? Yo respondería que efectivamente esto de hoy parece un holocausto y la única solución humana contra él es crear, aunque sea lento, en los países del Sur las condiciones adecuadas para que nadie tenga que emigrar a la fuerza por hambre o por guerra. Manos Unidas lleva medio siglo repitiendo esta solución, para la que hay medios suficientes pero falta voluntad política y vergüenza torera. Que se sepa, que se comente y que se diga cada vez por más gente y más en alto.

De todo esto último va una Exposición, de belleza humilde y clara por cierto, que se ofrece en el claustro del Edificio de Calatrava hasta el próximo día2, calle Rosario 24, a cualquier hora del día. Te apuesto lo que quieras a que te sorprende?

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