Calla tu boca si aquello que vas a proclamar ocasiona daño a los demás. Si algún rumor llega a tus oídos, has de congelarlo; no estás autorizado a difundirlo, al menos hasta verificar la certeza de la información. Si actúas como caja de resonancia sin contrastar lo que oyes, el resto de tus criterios perderán credibilidad ante los demás y no servirán ni para ti mismo.
M. Lamas (del libro Verbo y Barro)