La historia no es exacta, ingenuo Homero.
Es cierto, yo cosía, descosía,
cosía y descosía, sin embargo,
no había en mi trabajo el objetivo
que tú interpretaste en tu lectura.
Ulises se alejó para mi suerte,
inmerso en una estúpida aventura,
y yo encontré mi paz y mi equilibrio,
mi espacio conquistado, mi persona,
en el placer oscuro del rechazo
a aquellos pretendientes deseosos
-tronista convencida y exigente-
y en dedicar mi tiempo a la costura
tan libre y azarosa como un viaje.
Creo que no captaste mi intención:
yo no esperaba a nadie, yo cosía.
No sabes, pobre Homero, que el relato
lo escribieron mis manos impacientes
en un vaivén de agujas, desconoces
que era mi tejido inacabado
el misterio, el poema, la Odiesea.