OPINIóN
Actualizado 26/06/2018
Francisco Delgado

Vivimos de nuevo estos días la penosa actualidad de las protestas masivas de cientos de miles de mujeres y hombres, que de nuevo salen a las calles de todo el país para expresar su indignación por la reciente decisión judicial de poner en libertad a los cinco violadores, "la manada", que, hace un año, en las fiestas de Pamplona de San Fermín, atacaron sexualmente a una joven.

La condena judicial inicial que evitó la acusación de violación, ya creó una primera masiva sorpresa e indignación de la mayor parte de la población, que incluso traspasó nuestras fronteras. Esta segunda ola de protestas contra una inexplicable puesta en libertad de los cinco agresores ( cuando aún tienen pendiente de juicio otra acusación de violación a otra joven) pone de nuevo el dedo en la llaga y formula preguntas decisivas: ¿Están los jueces actuales preparados para juzgar conductas de agresión sexual con leyes redactadas hace años y con algunos puntos de vista claramente "machistas"? ¿Están las mujeres españolas suficientemente protegidas jurídica y socialmente en episodios de agresión sexual, desgraciadamente demasiado frecuentes? ¿Ha sido esta última decisión de poner en libertad a "la manada" una provocación de ese jurado a la masiva respuesta social de muchos cientos de miles de ciudadanas/os que pusieron en cuestión la sentencia?

Un violador es un sujeto que la psicopatología describe como una personalidad con una grave deficiencia en el control de sus impulsos. La teoría psicoanalítica añade: el violador odia a la mujer y en su ataque hay deseos conscientes o inconscientes de muerte; los numerosos casos de violadores de niñas, que van seguidos de la muerte de la víctima, confirman esta teoría. El acto de violación es la cara opuesta del acto de amor; es un acto de destrucción que en una personalidad psicopática tiene el agravante de que es o está llamado a ser una conducta repetitiva.

Los argumentos del grupo de jueces de la sentencia sobre "la manada", queriendo justificar la medida de libertad, no se sostienen, desde la psicopatología: hay en el violador una compulsión a repetir el acto, como saben también la mayoría de criminólogos y policías.

El sentimiento de desconfianza o duda generalizada en el buen hacer de la justicia, ha sido alimentado en esta ocasión por una sentencia y una posterior decisión judicial que parece no conocer la naturaleza de la conducta de los violadores y que no ha escuchado con suficiente sensibilidad el grito de protesta y dolor de millones de mujeres, de nuestro país y de los cinco continentes.

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