Filósofos y artistas han logrado a través de la palabra, y de la obra de arte, cambiar el nombre de las cosas. Los primeros, buscando la verdad; los segundos, para conquistar la belleza. Ambos, las han magnificado hasta dotarlas de un sentido espiritual que las hace sublimes y misteriosas. Su mayor error ha sido divinizar la materia; dotarla de alma, sin reparar en la fuente que anima y mantiene en equilibrio cuanto existe.
M. Lamas (del libro Verbo y barro)