La asistencia obligatoria a clase diaria en la escuela gratuita de la vida, facilita el aprendizaje en cabeza ajena y ayuda a comprender que la victoria de David sobre Goliat es un cuento bíblico que nada tiene que ver con realidad, porque combatir con desiguales fuerzas sólo conduce a la derrota del más débil, por mucho que este corra o se enrosque impotente en el rincón, mientras el equipo de matones al servicio del patrón le rompe los huesos a puñetazos.
Quienes sufren flagelaciones públicas injustas en medios de comunicación, saben bien de qué hablo, pero quienes no hayan sido todavía abofeteados en pantallas de televisión, ondas de radio o páginas de periódicos han de saber lo que sufre el fustigado cuando un medio de comunicación agrieta cínicamente la fama de un honrado ciudadano, enviando cobardemente a la papelera las réplicas del ofendido para ocultar al público su verdad, al tiempo que sigue apaleándole hasta dejarle noqueado en el suelo sin haberle concedido la palabra, envuelto en la mayor indefensión y lamiéndose las heridas con impotencia y frustración.
Enseña la vida que la descalificación pública y gratuita de personas honradas concluye siempre con la injusta ruina del monigote. Pero también advierte la vida que el insulto por parte del lenguaraz es preludio de insomnio, porque la vileza de quien practica el vilipendio merece su desvelo eterno y el martirio por San Martín, aunque tal cerdo ignore el santoral y se dé golpes de pecho en los reclinatorios.