Hay conceptos que tienen vida propia y que parece difícil concatenarlos. Esconden realidades que están muy presentes en lo cotidiano, incluso suelen referirse a cuestiones trascendentes. En su configuración penetran en el fondo íntimo de la gente, pues articulan en buena medida su existencia, y son reflejo de numerosas representaciones de los dilemas de la vida. Su desarrollo en la historia los confiere un significado técnico de abundantes matices sujetos a determinadas leyes en su comportamiento. Por ello pueden ser objeto de estudio de especialistas, pero también uno se familiariza con su uso y es capaz de definirlos sin asomo de duda. La cultura clásica está llena de ejemplos; en el teatro, "El avaro" o "Fuenteovejuna" son dos muestras palmarias. Desde la cultura popular se sabe qué representa el tío Gilito o el derecho a decidir.
Suiza es un escenario excelente donde integrar dos conceptos como dinero y democracia directa que, en principio, parecieran tener mala convivencia. No es necesario abundar el significado en el acerbo universal del papel de este país desde hace siglos como refugio por excelencia del capital dándose, además, cabida al componente secreto de su posesión. Por otra parte, es el lugar donde se celebra mayor número de referendos del mundo. Desde 1891 hasta la fecha se ha intentado 457 veces sacar adelante una iniciativa popular basada en demandas sociales para la que se necesita la firma de 100.000 ciudadanos. De ellas, menos de la mitad terminaron llegando a las urnas, lo cual sigue suponiendo un número elevado. De ahí que en los últimos tiempos los suizos voten un promedio de cuatro veces al año. Ahora bien, únicamente 22 terminaron siendo aprobadas. Recientemente solo fue aceptada la iniciativa sobre la prohibición de los minaretes y quedaron rechazadas las relativas a la renta universal de ciudadanía y al desmantelamiento de la radiodifusión pública.