OPINIóN
Actualizado 03/06/2018
José Antonio Mirón

Siendo consciente de la existencia de los distintos métodos e indicadores que pueden utilizarse para valorar y comparar la situación de los sistemas sanitarios. Actualmente y, según el último ranking publicado por la revista Lancet, el Sistema Sanitario español está situado en el puesto 19º, con una valoración de 90 sobre 100. Con independencia de cualquier ranking, nadie duda que nuestro sistema está empeorando porque existe una sobredemanda y utilización que conlleva a un sobrediagnóstico y sobretratamientos que creán un círculo vicioso costoso, que es difícil de romper.

En el Sistema Sanitario participan tres agentes que son los que determinan su desarrollo, progreso y avance y, sus resultados. En primer lugar, los gestores que son los que determinan las prioridades asistenciales y determinan las inversiones necesarias para poner a disposición los recursos adecuados para la atención. En segundo lugar, los profesionales que toman decisiones asistenciales; que comportan entre el 70-80% de los gastos. Es decir, las decisiones que se plasman con el bolígrafo al solicitar pruebas diagnósticas y/o tratamientos y, al prescribir prestaciones médicas y/o quirúrgicas y/o rehabilitadoras. En tercer lugar, los ciudadanos que tienen que ser resposables y participar activamente en la gestion de sus problemas con el apoyo y asesoramiento de sus médicos; pero siendo conscientes que son los responsables de utilizar los recursos cuando es necesario e imprescindible para evitar, un sobreuso o abuso, como ocurre diariamente en los servicios de urgencia.

Actualmente, el sistema tiene problemas de sostenibilidad y, no se puede seguir con el descontrol de su utilización que conlleva sobre-diagnósticos y sobretratamientos injustificados por la excesiva demanda y por falta de pruebas con especificidad diagnóstica.

En mi opinión, hay que buscar soluciones reorientado su administración, su organización y su gestión para afrontar los retos de Salud Pública con una cartera de servicios y prestaciones nacional y, estratificada según los problemas y las necesidades que se aplican en base a una única tarjeta sanitaria.

La externalización de la gestión de determinados servicios con diversas fórmulas jurídicas de las que ya existen ejemplos en algunas Comunidades Autónomas y, en otros sectores socioeconómicos, sólo ha resultado rentable para algunos y, no para los pacientes ni para los ciudadanos, que son los que pagan con sus impuestos.

En consecuencia, hay procurar su sostenibilidad, porque nos conviene a todos, mejorando la profesionalización de la Gestión y, con la colaboración de los profesionales en la gestión clínica para procurar una atención sanitaria segura, efectiva y, eficiente. Las Administraciones Autonómicas deben posibilitar la reducción de los costes asistenciales, con una Historia Clínica única que posibilite un proceso de atención continuo e integral e introduciendo alternativas asistenciales de menor coste, Unidades Interdisciplinares, hospitalización a domicilio, unidades de asistenciales de corta estancia, cirugías mayores ambulatorias, hospitales de día, etc. También deben fomentar la Promoción de la Salud y a la Prevención y mejorar los Autocuidados para reducir y controlar la demanda innecesaria y, la utilización excesiva por problemas leves y triviales que deben autogestionarse con Alfabetización y Educación para la Salud para descongestionar la Atención Primaria.

JAMCA

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