OPINIóN
Actualizado 28/05/2018
Arantxa Lerones Barreña

Asistimos tranquilos a recortes en derechos laborales, despidos baratos, precariedad laboral, todo justificado con la tan traída y llevada crisis

Dedicado a mi padre: que puso su doloroso granito de arena para dejar a sus hijos un mundo mejor y a mi madre que tuvo los arrestos suficientes y la valentía de tirar para adelante en unas circunstancias realmente duras.

Vivimos en una sociedad avanzada, de eso no hay duda. Vivimos en el privilegiado primer mundo. En los últimos 50 años hemos visto desaparecer en España muchas enfermedades que antes eran mortales, el desarrollo tecnológico que hemos contemplado está siendo vertiginoso. Las personas en España tenemos una calidad de vida difícilmente imaginable hace escasos 50 años.

Yo soy de la generación que nació en el final de la dictadura. Toda mi vida se ha desarrollado en democracia, una democracia que no es perfecta pero lo más importante es que la democracia española no ha sido gratis ni precisamente fácil de lograr ni de mantener.

Durante la transición, quienes tuvieron en sus manos la responsabilidad de conseguir hacer de España un país diferente, abierto y más o menos moderno tuvieron que tragar muchos sapos para poder alcanzar un nivel de libertad y de derechos para todos los ciudadanos que nunca antes habíamos tenido.

Pero la lucha por los derechos y por las libertades no se libró solamente en aquellas reuniones de representantes políticos en el congreso de los diputados. Las verdaderas luchas se hicieron en las calles, clamando libertad y recibiendo a cambio detenciones y palizas. Las luchas por los derechos de los trabajadores se llevaron a cabo en las fábricas con el apoyo de los sindicatos de clase, con movilizaciones y huelgas tan largas que a las familias no les quedaba dinero para dar de comer a sus hijos. Estos trabajadores recibían a cambio, además de los consabidos golpes y persecuciones en las manifestaciones, represalias y despidos.

Ha pasado mucho tiempo desde esto que cuento, tanto que hemos pensado que la libertad y los derechos los hemos tenido siempre y que jamás los perderemos. Pues, lo siento, nos equivocamos.

Asistimos tranquilos a recortes en derechos laborales, despidos baratos, precariedad laboral, todo justificado con la tan traída y llevada crisis. Cada paso que se da en materia de igualdad entre hombres y mujeres cuesta infinito porque para importantes sectores, las mujeres nos liberamos si logramos salir de la cocina.

El último síntoma de nuestra involución son los ataques frontales a la libertad de expresión, verdadero pilar de democracia. Detenciones y condenas a grupos y cantantes por sus letras o abrir el estúpido debate de los límites del humor, es un camino sin retorno y sin final al que me niego rotundamente a asistir. Por favor, no permitamos que gane la censura en la cultura.

Mi propósito al escribir este texto no es otro que pedir que estemos atentos, es nuestra obligación avanzar en nuestros derechos y libertades, y también pretendo recordar que lo que no se lucha a diario se puede perder. Se lo debemos a quien tanto les costó conseguir que llegásemos hasta aquí.

DEFENDAMOS LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN YA QUE ES LA BASE DEL RESTO DE NUESTRAS LIBERTADES.

Arantxa Lerones Barreña

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