OPINIóN
Actualizado 25/05/2018
Eugenio Sánchez Redondo

La Universidad de Salamanca celebra los 800 años de historia.

Entre algunos de estos antiguos alumnos que forman parte de este manuscrito labrado en piedra aparece la promoción de Trabajo Social de 1993.

Mis primeros recuerdos son los corrillos en los pasillos de los descansos, éramos cuatro mosqueteros charros, José Ángel, Julia, Juan Luis y el que escribe, el círculo se fue abriendo a nuestras compañeras, la mayoría extremeñas. Sí, el género predominante en esta por entonces diplomatura, era el femenino.

Del instituto Fernando de Rojas a la figura solemne de la universidad. Tres años muy felices, vividos con intensidad, con tiempo para entrenar, para estudiar algo menos, para adentrarnos en la noche y sus confidencias.

De los profesores me quedo con los buenos, que también los hubo mediocres, hoy gracias a mi profesión sigo aprendiendo de mi profe favorita Marta Badia, "psicopatología" y "psicología diferencial".

De los amigos, de los amores, un profundo recuerdo de bienestar, Alcántara, Mérida, Cáceres, Piornal, Villafranca de los Barros, Cerezal... algunos lugares conservan nuestras huellas y algún que otro botellín de cerveza.

Éramos un gallinero alborotado, con hormonas luteinizantes revoloteando en este guirigay de aula.

Uno fue ocupador de espacios en casas ajenas, visitador breve y siempre bien acogido.

Un momento inolvidable y doloroso fue entender que todo se acababa. En la calle Ecuador, en la despedida en una casa, ya semi vacía, silenciosa, se rasgó parte de mi, comprendí que las maletas emprendían ahora sólo el viaje de ida, decir adiós a los amigos irradiaba aflicción en las entrañas, aún hoy me acompaña ese sentir.

Hoy 25 de mayo regresan algunas de estas viejas golondrinas, veré o imaginaré sus caras y sus vidas y simplemente sonreiré porque son parte de mi.

Se os quiso, se os quiere.

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