Somos como afluentes del gran río; como arroyos ondulados que se cruzan en el valle, para hidratar, a su paso, la alfombra de la vida. Pertenecemos al mundo, pero el mundo no nos pertenece. Pues, la vida, es una excursión a la que nos invitó la eternidad. Somos, por tanto, elementos efímeros sometidos a la muerte, para que el mundo siempre esté joven.
M. Lamas (Del libro Verbo y Barro)