OPINIóN
Actualizado 18/05/2018
Manuel Rodríguez Fraile

Cuando Miguel Delibes tituló su primera novela como "La sombra del ciprés es alargada" no podía imaginar que en 2018 otra sombra mucho más alargada ensombrecería la vida de los ciudadanos de este su querido país: la sombra de Carles Puigdemont. Y es que la oscuridad que emana el fugado expresidente catalán es mucho más alargada que la del longevo y solemne ciprés, tan abundante en las proximidades de los cementerios. Porque la noche proyectada por el fugitivo Puigdemont llega de Berlín a Barcelona eclipsando cualquier atisbo de luz en la solución de lo que ha venido en llamarse el problema catalán.

Tras meses sin presidente, por fin pudo ser investido el delfín Sr. Quim Torra, sólo por mayoría simple pues únicamente contó con apoyos de parte del bloque independentista, ya que los miembros de la Candidatura de Unidad Popular, los "inmaculados" de la CUP, mantienen su perfil de no contaminarse y simplemente se abstienen, cobarde postura a la que recurren con frecuencia.

Para comenzar su discurso de investidura, el Sr. Torra, no sólo renunció a asumir su nueva responsabilidad sino que se reconoció públicamente como emisario del huido expresidente. En parte no le falta razón, a él no le ha hecho presidente el pueblo catalán sino la CUP.

Su primer discurso estuvo trufado de falsas promesas, de mucha imprecisión y confusión, de demasiadas palabras intencionadamente retorcidas, cuando no mal utilizadas. Se atrevió a prometer una "república para todos" y el inicio de un "proceso constituyente" asuntos que no están en su manos y constituyen, por tanto, falsas promesas. Se comprometió (no dijo de qué manera) a recuperar las leyes del disuelto Parlamento catalán que, en su momento, frenó el Tribunal Constitucional, también enumero algún que otro imposible. Hablo de "presos políticos" en lugar de políticos presos, de "diputados exilados" en lugar de diputados fugados de la justicia. Se apropió de todo el "pueblo de Cataluña" y dijo hablar en su nombre, olvidando que representa menos de la mitad de este, al afirmar: La república catalana es mirar a Europa, y al mundo, es democracia y respeto a los derechos fundamentales. Queremos la república catalana para apostar por el futuro de los siete millones de ciudadanos. Dijo estar dispuesto a hablar con Rajoy de todo sin condiciones previas, pero sin aceptar el respeto a la Constitución, las instituciones o la Monarquía. Se verá. ¿Y Ezquerra Republicana? Pues desaparecida en combate. En fin, la enajenación independentista continúa, el pulso con el Gobierno central sigue vigente, es algo que ya hemos visto y oído todos, un nuevo déjà vu.

Y ¿qué fue lo primero que hizo el recién estrenado, aún sin jurar su cargo, presidente Torra?. Pues salir corriendo a Berlín para rendir pleitesía a su "Señor". Reunirse con Carles Puigdemont para recibir las órdenes oportunas y continuar así el delirante proyecto de teñir de amarillo todo aquello que tenga que ver con sus interesadas puestas en escena por Europa.

¿Recuerdan que Susana Díaz, Presidenta de Andalucía, se ofreció a coser el Partido Socialista como único medio para superar la tremenda fractura interna originada por ciertas decisiones sobre Pedro Sánchez? Pues Roger Torrent, nuevo presidente del Parlamento catalán, se ofrece para lo mismo: "Mi objetivo es coser la sociedad catalana compuesta por identidades cruzadas".

Ya conocemos el resultado obtenido por las costuras de la señora Díaz. Tal vez, antes de ofrecerse a tan generoso fin debió aprender a coser. Por eso mi consejo para Torrent, también le vendría bien al nuevo president, es que antes de enfrentar su loable objetivo, aprenda bien las nociones básicas del noble arte de la aguja y el hilo, participando en "Maestros de la Costura" o algo similar si existe en la televisión catalana, porque el citado concurso se da en Televisión Española y seguro que incomodaría tanto en Berlín al jefe, como a sus "palmeros", sobre todo los de la CUP.


[i] El mito alrededor de Cipariso (cuya traducción es Ciprés), cuenta que un joven que por error mató a su ciervo domesticado, su dolor y pena fueron tan grandes que le pidió al dios Apolo le permitiera llorarlo eternamente. El dios de la belleza masculina, las artes y la medicina; convirtiendo a Cipariso en un árbol (ciprés) quedando, desde ese momento, relacionado con el duelo tras la pérdida de los seres queridos

https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/por-que-en-los-cementerios-hay-plantados-cipreses/

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