La indecorosa actitud mantenida contra los pensionistas por la secretaría de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, pidiendo jodienda para los pensionistas durante el acto institucional celebrado el pasado 5 de mayo en el Ayuntamiento de Alicante, quedará impune, como impune quedó el mismo deseo de jodienda para los parados, pedido a gritos por la diputada Andrea Fabra en el Congreso.
Indecentes actitudes y obscenos comportamientos ajenos a la militancia política -como acreditan las palabras de muchos "populares"-, son merecedoras de pasar por la lavandería de valores humanos para limpiar los mugrientos deseos de tan despreciables sentimientos hacia otros seres de su misma especie socialmente marginados, que viven atenazados por la falta de empleo y la supervivencia digna en vejez que tienen merecida.
Más allá de su contingencia pública como servidoras del pueblo que paga sus inmerecidas nóminas, está la condición humana de las personas, como categoría superior que las define, mereciendo en ambos casos ser calificadas como indecentes, en atención a su procaz comportamiento, obscena actitud, humillantes palabras y despreciable conducta, denigrante para la condición humana.
Expresar el deseo de que se jodan los parados y pensionistas, acredita una indigencia moral y déficit de valores humanos en esas personas, que las incapacita, anula e invalida para seguir perteneciendo a una raza con virtudes y mérito sobre los irracionales depredadores que se alimentan de otras especies animales más débiles que están a merced de los colmillos.
Personas con tales sentimientos no merecen representar a sus congéneres, bastándoles con ser embajadoras de ellas mismas en el país de nunca jamás, donde el desprecio colectivo las condena, aunque el poderoso dedo del capataz no las envíe al destierro de la memoria pública.