Como hay una ciudad de luces y sombras, de encuentros y desencuentros, de mañanas y tardes, del día y de la noche y una ciudad del silencio, hay una ciudad de la melancolía.
Como hay una ciudad de luces y sombras, de encuentros y desencuentros, de mañanas y tardes, del día y de la noche y una ciudad del silencio, hay una ciudad de la melancolía.
Ciudad, sobre todas la ciudades posibles, que permanecerá en nosotros, sobre nuestra memoria, que nos habla del nunca y del siempre, soñada y amada, como el deseo eterno de permanecer en los recuerdos de cada jardín y cada plaza, en el amanecer y el atardecer del día y de la noche.
Ciudad de jardines con nombres escritos sobre bancos de piedras y esperas recordadas de amantes que vuelven con su nostalgia a solas a los pasos del jardín en que se amaron y hoy se desdibujan en la presencia imborrable de los días perdidos
Toda la ciudad destila amorosos recuerdos, porque la propia ciudad es amante y amada cuando el sol de la tarde dibuja un perfil soñado más allá de los días, de las distancias en los rincones que se hacen memoria y nunca olvido.
Y a esta ciudad de la melancolía se regresa cuando la tarde se hace refugio de soledad en un espacio infinito de sueños, entre los naufragios olvidados en los mares recordados del tiempo y de la lluvia.
Tú me conduces, ciudad, entre tus luces
hasta el velado trazo de mi sueño
yo soy tu sombra
mi bella ciudad, cuando despiertas
cuando arrancas en los fragmentos de luces
la mirada y la luz
sobre las calles vacías del volver a empezar
de cada día,
sobre la isla solitaria en la que el amanecer
es cúpula y encanto.
Eres la sinfonía perfecta de mis pasos,
notas de la cadencia armónica del día,
perfecto acontecer de días hermosos
que conviven conmigo
en los paisajes amados que te tengo.
Te amo ciudad y moriré amándote
para vivir en tus piedras aprendidas
cada atardecer, abrazado a la tierra,
y sorprendido
con la noche más oscura.
Para que no me olvides
grabo sobre tus piedras cada día una historia
a base de fuego y de miradas
y no quiero morir porque no mueres
sino permanecer en tus brazos para siempre.
Cuando sea nota perdida en la memoria
guarda en ese recuerdo de tus calles
mi caminar de luz en los mundos ocultos
de los sueños.