OPINIóN
Actualizado 05/05/2018
Julio Fernández

Profesor de Derecho Penal de la Usal

La verdad es que no hay semana que el PP no caiga en el esperpento con alguna de sus vicisitudes o alguno de sus relatos, de ahora o del pasado. No se puede gestionar tan mal la labor de gobierno, no se puede mentir ni manipular de forma tan sublime la información de la realidad como lo hacen los diferentes líderes de la formación conservadora. Pero, al final, aunque cueste mucho tiempo y esfuerzo, se conocerá el porqué de su actuación.

En primer lugar, la publicación de la sentencia de "la manada" en la que la Audiencia Provincial de Navarra, después de divulgar unos hechos probados tan claros y contundentes para determinar unos fundamentos de derecho que califiquen los supuestos fácticos como un delito de violación (agresión sexual con acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal), porque, de esa lectura se deduce claramente que hay violencia (vis absoluta) o intimidación (vis compulsiva); es decir, en cualquier caso, se ha doblegado la voluntad de la víctima, que al encontrarse con 5 desalmados, jóvenes, violentos y corpulentos y comprobar que tiran de ella y la rodean, se queda paralizada y en shock. Desde luego que la doctrina penal y la jurisprudencia determinan con absoluta nitidez que en estos casos se aprecia vis absoluta o compulsiva, por lo que los hechos deberían haber sido considerados como agresión sexual y no como abuso sexual. ¿Cuál ha sido la reacción del gobierno y la de los miembros del PP?; la misma de siempre, que hay que reformar el Código Penal, cuando no es necesario. No es un problema de legalidad, sino de aplicación de la norma por el tribunal competente al caso concreto. Primer patinazo del PP. A esto se une la descalificación personal (no por el criterio profesional, como debería ser) del juez disidente por parte del ministro de Justicia. Podemos ser críticos (incluso con dureza) con el criterio que ha utilizado el tribunal y con el voto particular de ese juez, pero, en ningún caso, sobre todo por parte de un ministro de Justicia, se debe entrar en descalificaciones de naturaleza personal, como si entre el juez y el ministro hubiera un eterno contencioso, que la sociedad desconoce.

El segundo episodio que prueba la falsedad con la que el PP maneja la gestión, ha sido la valoración política de la subida de las pensiones vinculadas al IPC en el proyecto de presupuestos generales del estado para 2018, cuando hace tan sólo un mes y con motivo de las masivas manifestaciones de los pensionistas, M. Rajoy manifestó que no se podían incrementar las pensiones en ese porcentaje porque no había de dónde sacarlo y, por tanto, era imposible atender esa reivindicación. ¿A qué M. Rajoy creemos, al de ahora o al de hace un mes? Yo creo que a ninguno de ellos. El gobierno del PP miente de forma sistemática y reiterada en el tiempo. Dicho de otra manera, si ahora es posible ese incremento, ¿por qué no lo era hace un mes?

El tercer capítulo lamentable e irrisorio protagonizado por los miembros del PP en estos días ha tenido lugar con motivo de los actos protocolarios que se han realizado en la celebración de la festividad de la Comunidad de Madrid. Actos en los que no participó ninguno de los 4 presidentes que ha habido del PP (que de cierta manera están involucrados en alguno de los graves casos de corrupción política que ha habido en esa región). También hemos podido comprobar las tensiones entre la vicepresidente del gobierno (Sáenz de Santamaría) y la ministra de Defensa (De Cospedal) que evidencia una fuerte división interna en el seno del gobierno de M. Rajoy. Más que separadas por una silla vacía (ocupada por el presidente madrileño en funciones, antes de su intervención en el estrado), parecía que ambas habían quedado en los lados opuestos por la apertura de una profunda zanja en la tierra después de sufrir un potente terremoto. ¿Qué bando de los dos vencerá en esta guerra? Estaremos expectantes.

Y para finalizar esta cadena de despropósitos, aprovechando la gran noticia de la disolución de ETA, hace dos días hemos conocido que el gobierno de Zapatero que intervino en el diálogo con la organización terrorista para que abandonara la lucha armada, ofreció al entonces líder de la oposición, M. Rajoy, participar en esa negociación. Rechazó tajantemente la propuesta, pero sí aceptó que el PP fuera informado puntualmente de todos los encuentros y avances en el proceso. No obstante, y sabiendo que el gobierno del PSOE nunca iba a negociar ni condiciones políticas sobre el derecho de autodeterminación de Euskadi ni la anexión de Navarra al territorio vasco, los miembros del PP proclamaban a bombo y platillo que Zapatero y ETA tenían los mismos objetivos políticos, que pretendían la unión de Navarra al País Vasco, que iban a acabar con España y que Zapatero había traicionado a las víctimas. Así lo manifestaban, entre otros, M. Rajoy (incluso en sede parlamentaria), Zaplana o Acebes y llegaron a convocar hasta 10 manifestaciones en contra de la negociación con ETA y donde, además de adueñarse de la bandera española, se despellejaba la figura política de Zapatero con el único fin de conseguir el poder cuanto antes y a toda costa. Esto demuestra que el PP no trabajó con lealtad, codo a codo con el gobierno de Zapatero para impulsar el proceso y acabar con el terrorismo de ETA. Y la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Deseaba realmente el PP que las negociaciones prosperaran o, de lo contrario, pretendía que descarrilaran? Al PP siempre le ha gustado poner palos en las ruedas y apropiarse de símbolos y emblemas que son de todos y, por desgracia, con una exclusiva finalidad electoralista.

Pero este no es el relato que ahora hay que contar, algún día se hará. Lo que en estos momentos importa es que el Estado Democrático de Derecho ha vencido al terrorismo de ETA y sin ninguna contrapartida política. Esta es la verdad material y esto es lo que tenemos que transmitir a nuestras generaciones futuras.

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