LOCAL
Actualizado 02/05/2018
Redacción

La Asociación considera que, como era previsible, la situación no ha cambiado tras la aprobación del Plan de Gestión Integral ya que éste carece de un criterio homologable con el uso respetuoso del patrimonio

La Asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio lamenta la proliferación de jaimas y casetas, de estética cuestionable, ante los monumentos y sus entornos, tal y como en la actualidad ocurre en la Plaza Mayor y en la Plaza de los Bandos, donde se concita un importante número de edificios catalogados e incluso Bienes de Interés Cultural protegidos por la legislación. Este panorama será habitual en los próximos meses, no sólo en los lugares citados, para el desarrollo de cualquier actividad que necesite servirse del patrimonio histórico como reclamo.

La Asociación considera que, como era previsible, la situación no ha cambiado tras la aprobación del Plan de Gestión Integral ya que éste carece de un criterio homologable con el uso respetuoso del patrimonio, su contemplación y la convivencia en la ciudad, lo que cuestiona su trascendencia y la conveniencia de sus medidas pese a haber sido aprobado en el Pleno Municipal. A este respecto, visto que en el Ayuntamiento de Salamanca no hay criterio para la toma de decisiones, el Consistorio debería dejarse asesorar y ser más restrictivo; incluso, para no tener que someterse a la crítica y el debate continuo debería plantearse seriamente que la situación ideal es que no haya ningún tipo de actividad en estos lugares.

Aquellas actividades promovidas única y exclusivamente por el Ayuntamiento, que sólo son las ferias del libro y los conciertos musicales, tienen que desarrollarse en otro lugar de forma inevitable porque demandan de una infraestructura que cuesta mucho improvisar. La forma de actuar del Ayuntamiento consiste en dejarse llevar por la inercia sin ningún propósito de mejora o de búsqueda de alternativas con futuro.

Son demasiados días de ocupación e instalación, con las consabidas molestias para los viandantes y daños para los bienes públicos e históricos. No se entiende el empeño porque dichos eventos se celebren en el centro de la ciudad y en la calle, que ya cuenta con suficiente vida y tránsito, mientras hay propiedades municipales cedidas a la gestión privada, bien situadas pero infrautilizadas.

Los salmantinos padecen de forma abusiva esos eventos los cuáles interrumpen la convivencia, ya de por sí difícil, en nuestras calles y plazas, más con la amplia ocupación del espacio público que disfrutan los establecimientos de hostelería. Mientras quienes visitan Salamanca lamentan no poder contemplar, valorar e interpretar los monumentos y el espacio urbano en el que éstos se sitúan en las mejores condiciones posibles. Sin duda, la experiencia turística es nefasta pues no se puede apreciar la ciudad con el máximo esplendor posible y la posibilidad de conocer más atractivos se reduce en vez de ampliarse.

A todo esto no debemos olvidar la recurrente utilización de la Calle Zamora, en su confluencia con la Plaza de los Bandos, y de la Plaza de Anaya para el aparcamiento de extraños autobuses comerciales que se amplían utilizando el espacio público para el lucro de las marcas comerciales y el menoscabo del patrimonio que tanto nos cuesta promocionar.

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