Mi diestra agota las líneas de una página en blanco. Pero las ideas discurren a gran velocidad, y mi mano no es capaz de retener el torrente de conceptos que fluyen en mi mente. Se hacen reales, si consigo darles forma a través de la escritura; vuelan libres como las aves, cuando escapan de la memoria sin posibilidad de recuperación. Sea como fuere, cuando leo lo escrito, me cuesta identificarlo como propio. Observo que, mi pensamiento, está tejido con retazos de ideas que me regalaron autores de todos los tiempos y lugares. Por tanto, ese conocimiento, no me pertenece; soy mero transmisor de una sabiduría que viaja a gran velocidada por la corriente del tiempo. El mundo de las ideas, discurre paralelo al mundo de las personas, existía antes de mi nacimiento, y existirá cuando me haya marchado. Se trata de la evolución que, protegida por la Naturaleza, anida en el alma de cada generación, para renacer en la siguiente mejor configurada.
M.Lamas (del libro Verbo y Barro)