Se odia muchas veces sin causa alguna, por pura antipatía; otras odiamos a quien sin motivo alguno nos odia
Plutarco, procedente de la hoy desaparecida Queronea, la actual Grecia, fue historiador, biógrafo y ensayista, griego, vivió entre 46 y el 120 dC. .. Nos dejó una frase muy acertada en su obra La envidia y el odio: quienes creen recibir un trato injusto, odian de forma natural
La misantropía, o el odio a todas las personas, puede llegar de muchas formas. Sin embargo, siempre tiene que ver con experiencias pasadas; nadie está predestinado a llevarse mal con la humanidad.
Saber esto es muy importante porque, al igual que el "odio a todo el mundo" aparece de forma adquirida mediante el aprendizaje y la interpretación de lo que nos va pasando, también es posible desaprenderlo, y reconciliarse con los demás, no por ellos, que en algunos casos no lo merecen, pero si por nuestra salud física y mental.
¿Y por qué iba un misántropo va querer cambiar?
Hay personas que menosprecian a los demás, aborrecen la compañía. Esto puede hacer que, se sientan solas e incomprendidas y que, además, noten que esto les afecta en su faceta profesional, estudiantil o vida cotidiana.
Cómo salir de este círculo vicioso de odio. Es una reflexión que llevo madurando desde hace tiempo.
Hemos de entender que puede ser utilizado como forma de indefensión aprendida
Este concepto sirve para designar casos en los que se ha aprendido a disociar lo que se hace con lo que se obtiene en un sentido negativo, es decir, que se ha llegado a asumir que, se haga lo que se haga, no se va a obtener nada bueno de ello.
A partir de experiencias pasadas, se ha asumido que todo el mundo traiciona, miente o intenta aprovecharse de uno, que son corruptos en su moralidad o incompetentes. Este pensamiento es la pescadilla que muerde la cola; dejar de buscar experiencias alegres y estimulantes con los demás, le llevan a vivir en aislamiento.
CUENTO
UN REINO DE HIELO
En el lejano Oriente se construyó un reino sobre nieve; el castillo está hecho de hielo. Resulta un lugar tan frío y desapacible, que ni siquiera el fuego que utilizan los habitantes para subsistir logra derretirlo. La causa reside en la frialdad del corazón de los habitantes. A la cabeza de la pequeña nación, está un rey déspota y tirano.
Ante una frialdad tan grande, el fuego se apagó una noche de luna llena. Aquello fue una tragedia para los gélidos habitantes. No había luz por la noche, no se podía cocinar. El rey monta en cólera, ordenando a un joven soldado que salga a buscar fuego para alimentar la chimenea del castillo.
? ¡Y no vuelvas sin él!?Dice majestuoso
El joven sale hacia la aldea más cercana ?que se encuentra varias leguas de distancia? lleva en el morral una lámpara y unas velas, buscando alguien que le diera por caridad un poco de fuego.
Se detuvo ante la primera casa, llama a la puerta toc, toc:
?¡Abrid en nombre del rey! ¡El soberano de Gelilandia exige fuego para alimentar su chimenea o amenaza con otra guerra!? grita el joven en tono impertinente a la vez que miedoso, la vida estaba en juego.
Nadie le abrió la puerta, por lo qué el soldado tuvo que continuar caminando, llega a otra aldea, repite lo mismo que en la anterior:
?¡El rey de Gelilandia necesita fuego para alimentar su castillo!
Espera un largo rato a la puerta de la muralla, casi muerto de frío, tiritando, sigue sin recibir respuesta. A lo lejos ve venir un anciano cargado con un fardo de leña
?Que deseáis joven, ?pregunta con recelo? y el joven soldado explica lo que ordena su rey
? El rey Ximo nunca se preocupa por su pueblo, ¿Por qué habríamos de ayudarle desde otras naciones?
Después de cruzar la puerta de entrada a la muralla, la cierra con estrepitosa fuerza contra las narices del militar.
El joven continúa caminando, pensando en las palabras del hombre. Al fin y al cabo tenía razón. Era normal que nadie quisiera ayudar al soberano. Pero el tenía que volver al castillo con ?el fuego? o al amanecer le cortaría el cuello
? ¿Qué queréis? ? pregunta una anciana, antes de que hubiera explicado el motivo de tanto nerviosismo
? ¡Fuego!, fuego para el castillo de mí rey, señora, por favor, por favor
? No debería dártelo porque el rey no lo merece. Pero me das mucha pena, el rey Ximo tiene fama de ser cruel y despiadado con los súbditos, sé que va a segar tu joven vida, o meterte en mazmorra, si llegas sin cumplir su orden
?¡ Anda, pasa muchacho!.
La mujer le dio fuego al soldado y éste pudo encender la vela, pero al poco rato de caminar se apagó. El muchacho no lo entendía. No sabía que si había ocurrido "el tremendo percance" es porque el frío de su corazón la ha apagado.
Intentó regresar a la casa de la mujer que había encendido la vela, pero había anochecido por completo y no pudo encontrar el camino. El joven se encuentra desesperado. No puede volver al castillo y presentarse ante el rey sin fuego, y cada vez siente más y más frío.
En ese momento, una hermosa muchacha pasea feliz y alegre a la luz de la Luna, por el camino que bordea su casa, se para, deja de canturrear al ver al soldadito lamentarse de su mala suerte.
?¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?.
?Soy un desgraciado. El rey me ha dicho que lleve fuego al castillo y cuando por fin consigo a alguien que me lo dé, se me apaga la vela. ¡No puedo volver sin él!
?Tranquilo. Ven conmigo, yo te lo daré
El joven desconfió de la amabilidad de la muchacha, pero aún así la siguió. Llegaron a su casa, llama a la abuela Elena, le explica lo que ocurre con el joven, la buena mujer renqueando de las piernas, no duda en calentar una rica sopa de hierbas y pan, y darle un gran planto al hambriento muchacho.
? Sólo puedo ofrecerte esto, lo siento. Pero acércate a la chimenea, al menos fuego tenemos y entrarás en calor.
?¡ Ya veo!¡ya!... me imagino que querrá un puñado de monedas de oro por dejar que me resguarde, dar comida y permitir que me caliente al fuego.
? ¿Querer? ¿Por qué iba a pedirte algo? No quiero nada, mi nieta y yo deseamos ayudarte.
? Gracias buena gente? De donde vengo, nadie te ayuda sin pedirte algo a cambio.
? ¿De verdad? No hijo, aquí las cosas son de otra forma. No tenemos mucho pero nos ayudamos unos a otros, nuestro rey es una magnifica persona, sencillo y dado a repartir con sus gentes.
?Le importaría que pasara la noche aquí. Estoy muy cansado, con un jergón o el suelo calentito y cerca de la chimenea, me conformo, de madrugada parto hacia el reino de Gelilandia
Las dos mujeres se fueron a dormir después de una larga charla y con los estómagos llenos de la rica sopa, pobre, pero rica, porque estaba hecha con amor. No obstante el joven soldado continuó pensando en las palabras oídas "Nos ayudamos los unos a los otros para salir adelante" Es una extraordinaria forma de ver las cosas y seguro que son mucho más felices que nosotros.
?Tengo que encontrar la forma de recompensar tanta generosidad.
Cuando el sol despierta, y la jovencita después de asearse se dispone a desayunar, sobre la humilde mesa cuadrada, donde diariamente hay un tazón de leche recién ordeñada y pan caliente ¡Sorpresa!, fruta, queso y dulces, adornando la fuente de flores silvestres que decora la salita. El soldado había madrugado fue a la posada más cercana y compra todo lo que las monedas recibidas del rey pueden dar de sí.
? ¡Muchísimas gracias! No sé cómo agradecértelo ?dijo Elenuca al soldado
? Gracias por todo, son ustedes gente maravillosa
El muchacho encendió su vela con cuidado y emprendió su camino de vuelta. Tenía miedo de que volviera a apagarse pero esta vez no ocurrió. Cuando llegó al castillo y prendió la chimenea sucedió algo sorprendente. La gente empezó a sonreír y a ser amable, y sus corazones se llenaron de paz y amor hacia los demás. El rey dejó de ser déspota, y la nieve que cubría el reino, desapareció, dejando ver verdes y frondosos prados. El castillo níveo se transformó en un castillo de cristal donde el fuego de la chimenea no se apagó jamás.
Isaura Díaz de Figueiredo
Frases:
El odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás. (Plutarco)
Reflexionar sobre las frases que nos dejaron los grandes y que a pesar de los siglos siguen con tanto fuego, como el día que fueron escritas.