OPINIóN
Actualizado 23/04/2018
Rubén Martín Vaquero

El nacionalismo gallego, exponente de una tierra conmovida, protagonizó el primer levantamiento de carácter autonomista en España, reprimido violentamente en 1846. Algunos años después renació como un movimiento cultural, O Rexurdimento, que unido a la lengua gallega denunció el atraso y la marginación de Galicia, sin abandonar la lucha por la descentralización. Los abanderados de estas reivindicaciones fueron Rosalía de Castro y su marido el historiador Manuel Antonio Martínez Murguía. A él y a Alfredo Brañas se debe la redacción de las bases ideológicas del pensamiento regionalista gallego, la Asociación Rexionalista Galega y la Real Academia Gallega.

El regionalismo valenciano vio la luz unido a la Renaixença valenciana o movimiento cultural del siglo XIX. Con señas de identidad propias y espléndidas obras publicadas en valenciano ?como las de Teodor Llorente- se opuso al centralismo madrileño y castellano y al atosigante nacionalismo catalán. No fue un fenómeno de masas, sino la expresión lúcida de la intelectualidad y de la alta burguesía. Su agrupación política más destacada y fecunda fue Lo Rat Penat.

Los orígenes del andalucismo no hay que contemplarlos como la campaña por recuperar un aliento sofocado, sino como el intento de dar soluciones a un problema socioeconómico; la pretensión de hacer una reforma agraria para redimir a los abrumados campesinos andaluces. No obstante en el año 1918 se constituyó en Ronda el Primer Congreso Andalucista que pidió autonomía regional. Su personaje más importante fue Blas Infante, padre del pensamiento regionalista andaluz.

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