Los chef, es decir, los cocineros, presentan sus creaciones. Asisten a congresos, organizan concursos y podemos ver los cacharros de cocina todo el día en la tele.
Y presentan sus "creaciones" y la mejor gana el concurso y le dan la medalla. Y así excitan las papilas gustativas del público en general, sobre todo de los que tienen que comer y comen.
Y me da la impresión de que algunos y algunas no piensan más que hacer comiditas y en comer, si es que piensan. Algunos, quizá muchos más bien sólo comen.
Y a propósito de la creación, por lo que escuché el otro día, puede ser simplemente un bocadillo de calamares con mahonesa; supongo que la creación está en ponerle la mahonesa a los calamares porque los calamares fritos los comía ya hace cincuenta años, un bocadillos de esos rápidos, cuando pasaba por la Puerta del Sol de Madrid, que allí había un establecimiento que los hacían muy bien y creo que todavía está en activo; no sé si ahora le ponen mahonesa.
Claro las creaciones son a veces mucho más sofisticadas, aquí unos ramitos de perejil, aquí una crema amarilla que no sabes de qué rayos está hecha. Incluso el cocido que hacía mi abuela no deja de ser una creación que ahora te cuesta un riñón, y es bastante peor que aquel. Incluso se están atreviendo con las cremas de insectos. Una crema de garrapatas debe de ser deliciosa.
Y a propósito de la creación, hay que ver a donde está llegando la banalización del lenguaje; y las acepciones que tendrá que poner el Diccionario a las palabras.
Como hoy casi nadie usa la palabra creación ni Creador, se usa más bien la naturaleza, el medio ambiente, la bionosecuantos, la palabra ha pasado a la cocina, como pasó al arte, cuando era arte y cuando no era. ¡Qué tiempos! ¡Ubinan gentium sumus!