Victoria Mesonero ofreció un auténtico espectáculo este viernes en el Liceo / REP. GRÁFICO: CARMEN BORREGO
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CULTURA
Actualizado 14/04/2018
Redacción

Silencio para recibir a la voz de la técnica, de la pasión, del coraje? y en medio del escenario, un Steinway grandioso, un piano de cola que domina la coreografía de la banda

Un teatro de lujo para una un lujo de cantante. La voz salmantina por excelencia, Victoria Mesonero y su proyecto 'No cantes Victoria' no pueden tener mejor espacio que este teatro exquisito. Un lujo de sonido, de fuerza, de presencia, de puesta en escena, de empeño personal y de trabajo. A Victoria le va bien el Liceo, concierto preparado para un teatro, diva que entra por el patio de butacas vestida de encaje, de traje largo, de teatro. Silencio para recibir a la voz de la técnica, de la pasión, del coraje? y en medio del escenario, un Steinway grandioso, un piano de cola que domina la coreografía de la banda: guitarra magistral, bajo magnífico, metales poderosos perfectamente arreglados y una trompeta fantástica. La batería, los geniales coros con gran protagonismo? y la diva, la vocalista de técnica insuperable. Con todos ustedes sí canta Victoria en un concierto memorable.

Desde que en el 2010, Victoria Mesonero iniciase su proyecto, muchas han sido las actuaciones, los conciertos, la música de una artista capaz de grabar dos discos y de reunir a su lado, con una enorme profesionalidad, a músicos y técnicos a los que ha embarcado en grandes proyectos con valentía. "Los grandes conciertos ?afirma Victoria Mesonero- llevan una gran carga de preparativos: desde la organización del equipo, del repertorio, los horarios. Me gusta tenerlo todo controlado. Por algo me llaman "jefa". Precisa y concretamente, antes de salir a un concierto me gusta reunirme con la banda al completo (no solo con la banda en sí, sino también amigos y miembros del equipo) para recordar que todo merece la pena y que hemos trabajado muy duro para estar donde estamos. Que nos merecemos estar ahí. Después realizamos el grito de guerra (muy importante porque si no la emoción no es igual)".

"Siempre he comparado mi proyecto con una criatura, y como tal, no lo dejo en manos de cualquiera"

Sobre el escenario, de nuevo su fuerza y su carisma son inigualables. Una voz prodigiosa, una puesta en escena, vídeo incluido en el que sorprenden las imágenes de Miranda Warrin, una de las artistas más singulares de la ciudad, que sacuden al público por su profesionalidad, por su nivel. Imagen cuidadísima, cabello, tacones de plata, encajes de protagonista que llevan a preguntarnos cómo lo consigue. Cómo se enfrenta esta mujer tan joven al concierto: "Normalmente me peino y maquillo yo pero en los eventos grandes prefiero que alguien me eche un cable, como lo han hecho Olaya Martín, Irene Carbajosa o Esther Hernández. Con ellas siento que estoy en buenas manos. Suelo llegar sola o con alguien del equipo normalmente. Depende del tipo de concierto. Siempre tengo ayuda para descargar el piano, que ahí donde lo ves son 50 kilos de piano. Nunca me ha faltado ayuda en los conciertos y me he sentido arropada. Siempre se necesitan manos en un evento donde hay entre 7-14 músicos en el escenario".

Los músicos, en esta ciudad de tan buenos músicos, si hay algo que preocupa a Victoria Mesonero es pagar dignamente a sus músicos, apoyarles, involucrarles en la banda, que la sientan suya. Excelentes solos en su concierto del Liceo, espacio para los otros, protagonismo del otro: "No trabajo con nadie que no conozca realmente. Suelo ser muy desconfiada en ese aspecto. Siempre he comparado mi proyecto con una criatura, y como tal, no lo dejo en manos de cualquiera. Y con esto no pretendo alimentar el salseo que se espera de una entrevista, pero no he titubeado al decir que no a gente que me ofrecía proyectos que no veía del todo claros o músicos que sabía que no iban a funcionar como necesita este proyecto. No te la puedes jugar si vas en serio".

Profesionalidad, dueña de una voluntad de hierro, esa garra de su voz es también la de una persona muy segura de sus planteamientos que sabe rodearse de aquellos que saben y aprender de ellos, agradecer siempre a aquellos que fueron sus maestros, como Chema Corvo, el hecho de apoyarla y trabajar con ella. "Tengo como manos derechas a personas tan fantásticas como Marina Bonilla o Alicia Sánchez, que han sido mis road managers (más compañeras de vida que de profesión). Es muy importante saber a quién cedes parte de tu información para que la maneje y que además esa persona esté preparado/a para que te ayude a dirigir un proyecto de este calibre. Aprovecho para darle la bienvenida a un nuevo miembro del equipo, Jose María López, que es mi técnico de apoyo y que estará en el Liceo. Es sin duda de los mejores profesionales que vas a ver en Salamanca en temas de sonido. Si él dice que va bien, va bien. Eso es lo más especial que necesito en los conciertos y en el día a día mientras que el corazón de 'No Cantes Victoria' siga latiendo".

Un corazón que llena el escenario, que suena como los grandes conciertos, que es un lujo para Salamanca, ciudad que tan bien conoce el sonido, la entrega, la fuerza de la banda de Victoria Mesonero. "Lo poco que me puedo permitir en los días previos al concierto, es permanecer muy cerca de la banda. Antes de compañeros, somos amigos. La tarde antes de cualquier evento grande suelo ver 'This is it' de Michael Jackson, el documental que se hizo tras su muerte. Me gusta de alguna manera visualizar cómo se desarrollan otros conciertos desde las tripas, aun siendo de mucha más envergadura que el mío, para proyectar lo que va a pasar al día siguiente. Resulta inspirador. En cuanto a pequeñas manías, suelo soltar el teléfono durante el montaje/prueba de sonido porque me gusta disfrutarlo desde el interior y desde el minuto uno. Y no me gusta estar sola en los momentos previos, suele darme bastante ansiedad. Siempre me gusta que la gente entre a backstage, en concreto mis padres. Me da bastante seguridad que en concreto mi madre, mi ejemplo a seguir, me diga que todo va a ir bien".

Sorprendente Victoria, a quien la escucha cantar sobre el escenario, le sorprende la voz delicada, casi infantil de esta diva inmensa de hechuras de Motown en la vida real. La persona sencilla, generosa, entregada y fascinada por la herencia musical de su padre ?quien la inició en el gusto por las grandes cantantes- y por su madre, Mar, siempre cercana. Sin embargo, por muy rodeada y arropada que esté, la artista sale sola al escenario, se enfrenta sola a un patio de butacas lleno que espera expectante los primeros compases. Arropada por la banda, se descubre sola frente al inmenso piano, con su voz, su presencia, su deseo de entregarse al público: "Antes de ver a la gente pienso si gustará nuestro trabajo. Soy muy perfeccionista y me da vértigo salir a tocar (si esto deja de pasar, creo que sería el momento de dejarlo) Una vez sales y ves a la gente, lo poco que ves con todo el tema de iluminación, creo que es el momento donde se me para el corazón. Aunque parezca todo lo contrario, soy excesivamente tímida. Me cuesta mucho mirar al público e interactuar, quizá me puedan los nervios muchas veces pero es porque me gusta lo que hago y la concentración al 200% a veces hace que nos olvidemos de disfrutar del controlar varias cosas, no solo mi parte (sección de coros, vientos, banda base, sonido, monitores, luces?)".

"Siempre le digo a la banda que una sonrisa en nosotros desemboca en un aplauso en el público"

Este concierto, sorprendente por lo que tiene de adaptación al teatro, es una sorpresa para el público de 'No cantes Victoria'. En él se mezclan los temas propios de la vocalista, temas conocidos, perfectos arreglos vocales, solos magníficos para unos músicos convincentes entre los que destacan una guitarra magistral y una trompeta absolutamente magnífica. Coreografía medida al milímetro de unos músicos comandados por las manos y los gestos de una vocalista poderosa y al mismo tiempo, traviesa y divertida, consciente del público y de la responsabilidad que supone tocar en este teatro tan importante para Salamanca. "Quizá cuando me y nos tranquilizamos más, el público también lo disfruta más. Es algo que se contagia. Siempre le digo a la banda que una sonrisa en nosotros desemboca en un aplauso en el público. Los conciertos son el reflejo del alma y es empatía pura: lo que transmite es lo que el público te devuelve".

El público entregado desde el primer momento en el que sale Victoria envuelta en su vestido largo de diva, encajes de solista protagónica que después, cederá el testigo generosamente a todos y en especial, con reverencia, a su maestro, al pianista Chema Corvo. Luces, ambiente entregado a una artista que ha preparado el concierto como si fuera una joya entre las luces, el magnífico sonido, los músicos y su voz. Una voz curtida a lo largo de mucho trabajo: "Después de ocho años, todo ha ido a mejor, hacia arriba. No me arrepiento de nada, ni de las decisiones poco acertadas. Es un proceso de crecimiento personal y profesional más que notable. Desconozco lo que le queda de vida al proyecto, pero espero que cantemos Victoria durante muchos años más".

Un trayecto que culmina con este concierto memorable, memorable porque sabe adecuarse a las características de un teatro a la italiana, un espacio refinado en el que cobra protagonismo el piano de cola y la perfecta disposición de una banda volcada ante el sonido de una voz inigualable. La presencia carismática de Victoria llena este espacio privilegiado. Se entrega, se ofrece, nos devuelve la pasión, el trabajo, la magia. Y el teatro, entero, se vuelve aplauso, admiración, deslumbramiento. Y que siga cantando Victoria. Una noche muy, muy especial entre las mágicas paredes de nuestro Liceo, el de todos, el suyo, el de Victoria Mesonero.

Charo Alonso

Fotografías: Carmen Borrego

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