En general, los pequeños futbolistas menores de 14 años, compiten con un pensamiento demasiado centrado en el resultado, olvidándose de otros valores formativos. Y, a medida que progresa la competición, todo lo que no sea ganar no se valora en absoluto. En ese proceso formativo, el entrenador se mueve en tierras movedizas singularmente cuando soporta la presión de los propios familiares de los jugadores, el técnico siempre mira por el equipo y menos por la individualidad, persigue objetivos grupales de superación y transmite a sus miembros que ganar no lo es todo. Lo que entrará en contradicción con el pensamiento de alguno de sus futbolistas, pero, sobre todo, con los objetivos de la mayoría de padres de los jugadores. Por lo que la victoria acaba siendo una lacra para la mejor orientación deportiva; más aún, añadiendo dificultades al entrenamiento para la derrota?
Leí la tesis doctoral de Gustavo Vega, Universidad de Granada, sobre la "Metodología de enseñanza basada en la implicación cognitiva del jugador de fútbol base" , de allí extraje algunas enseñanzas: "La especialización deportiva temprana es un error. Antes de los 10 años, el niño, ni por desarrollo orgánico, ni por estructura psicológica puede ser lanzado a una especialización deportiva. Muy al contrario, hay que enriquecer su campo de experiencias con formas jugadas y, sobre todo, darle las máximas opciones electivas de cara a su futuro en el campo del deporte". Estas apreciaciones tan elementales son difíciles de entender por el papá de turno. Igual que me rechina cuando en los entrenamientos de niños los entrenadores se centran en exceso en las carreras, los esprines; o los castigos de dar vueltas al campo por haber fallado un golpeo, un pase, o un tiro a puerta? Con lo fácil que es realizar juegos en contacto con la pelota, tanto para el dominio del móvil como para saber asociarse con los compañeros?
Decía también la tesis doctoral: "Para la Real Federación Española de Fútbol, el fútbol base es aquel que alberga las categorías desde benjamines a infantiles, o lo que es lo mismo, desde 8 a 14 años, según recoge en sus intencionalidades en la creación de la Escuela Nacional de Fútbol Base. La UEFA mantiene que el fútbol base es todo aquel que no es ni profesional, ni de élite, y determina que es todo el fútbol practicado por los chicos es fútbol base". Ya en 2001 Johansson reconocía que "los deberes de los programas de fútbol base han de convertirse en un vehículo para la educación y para el desarrollo social y deportivo, así como para la creación de una conciencia filosófica-estructural que promueva el fútbol para todos, el juego limpio y las conductas antirracistas, y la continua inversión en infraestructuras y organización". Por tanto, respetemos las etapas de iniciación, de perfeccionamiento, pongamos énfasis en aspectos que no solo sea ganar partidos, al fin y al cabo, todo lo que contribuya positivamente al desarrollo del niño como persona.
Salamanca, 25 de marzo de 2018