OPINIóN
Actualizado 29/03/2018
Víctor Hernández

Uno de los estados mentales más apreciados de cualquier compositor es el estado de Flujo. Este estado fue descrito por primera vez por el psicólogo positivo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi, el cual lo definía como esa zona o estado mental en el que una persona, a través de la acción mental se ve totalmente inmersa en una sensación de concentración activa, participación plena y disfrute en el proceso de la actividad.

El estado de flujo (o Flow) se induce cuando se realizan actividades que requieren cierta concentración como pintar, meditar o tocar música, entre otras muchas.

Componer música nos lleva, en la mayoría de las ocasiones, a una enmarañada red de tecnología y técnica, siendo un proceso que requiere tanta atención que no somos conscientes del paso del tiempo, ni de necesidades básicas como comer o dormir.

En ese estado la satisfacción es tal que nuestra mente está ensimismada y la creatividad aflora por sí misma.

Cuando se está realmente involucrado en este proceso, que te captura completamente como es crear algo nuevo, perdemos la atención por monitorear el cuerpo, no sabemos cómo se siente ni lo que necesita, ni siquiera sentimos el hambre o la fatiga. Es como si el cuerpo desapareciera y quedase únicamente la actividad en nuestro cerebro, muy motivado y cubriendo los desafíos que le propone esa actividad.

Cuando alguien está motivado por un una tarea concreta es cuando más puede aprender y desarrollar sus habilidades.

Por eso si quieres sentir qué es entrar en el estado de flujo, pero manteniendo el control, te propongo que incrementes tus desafíos. Busca una actividad que te guste y que requiera concentración e involúcrate en ella. La sensación es indescriptible. Unos pensarán que han perdido el tiempo, otros que el tiempo se ha detenido.

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