Hace unos días alguien me decía que" tu necesitas ayuda??y mucha!" , y tenía razón, yo siempre he necesitado ayuda, y la seguiré necesitando, por eso desde niño mi abuelo me enseñó mucho, él sabía que yo necesitaba aprender de todo lo relativo al campo, a la naturaleza a la que me enseñó a amar, y siempre me aconsejaba que fuera una buena persona, que estuviera al lado del que sufre, del que también podría aprender, es decir, me enseñó porque él sabía que yo necesitaba ayuda.
Mi madre también me cuidó nada más nacer, amamantándome con mucho cariño, con todo su amor, ella sabía que yo necesitaba ayuda.
Y a medida que crecía me enseñaba a lavarme cada día antes de ir al "cole", al que no permitía faltara un solo día, y allí estaba yo como un pincel, limpio y con mi babi, ella sabía que yo debía saber y aprender las enseñanzas del maestro, para que al día de mañana pudiera defenderme a la vida, pues ella sabía que yo necesitaba ayuda.
Aún recuerdo cuando estaba con mi abuelo en el huerto y me acercaba a la pared por donde pasaba el río, "Lobi", que así se llamaba mi perro, ladraba para que no me acercara en exceso, no me fuera a caer al río, y que mi abuelo se diera cuenta del peligro que podía correr, pues hasta mi perro se daba cuenta de que yo necesitaba ayuda.
En los duros inviernos en mi pueblo La Alberca, cuando mi madre me despertaba diciéndome, "cariño, levántate, mira todo el azúcar que hay en la calle" y ella me ponía un tajo junto a la ventana para que me subiera y alcanzara a mirar por ella, y yo con mi manita limpiaba el vaho del cristal para así poder divisar la plazuela de mi barrio toda nevada, y desde allí ya veía a mi abuelo abriendo camino en la nieve para que yo pudiera acudir al colegio, pues él sabía que yo necesitaba ayuda.
A la salida del colegio, mi madre se sentaba conmigo en la mesa camilla donde tenía un brasero y no pasara frío, y allí me ayudaba a hacer los deberes, pues ella sabía que yo necesitaba ayuda.
Siempre mi familia se ocupó de mí, pero también mis amigos o las vecinas del barrio, pues al encaramarnos en el pilón de la fuente y tendíamos la mano para alcanzar el caño del agua fresca y cristalina, más de una vez si se encontraba mojado nuestra mano resbalaba y caíamos al pilón, pero allí estaba siempre la mano salvadora de una mujer, siempre pendientes de nosotros, pues ellas sabían que
También recuerdo mis juegos en el "Palaero" , lugar entre rocas y árboles, por donde en invierno había carambaneras*, y nos sentábamos en una escobera diez o doce niños, que nos desplazábamos como si de un rulaero* se tratara, para en muchos casos acabar dándose la vuelta y salir todos rodando dándonos cogotones* , quedando alguno un poco desmajeao*, o con piteras, pero si sentían que me quejaba, rápidos se acercaban pues creían que yo necesitaba ayuda.
Todas las noches acudía con mi madre a la iglesia para rezar el rosario y a la vuelta a casa ya de noche y en pleno invierno, recuerdo como mi madre me dice: "mira cariño, hay unos lobos en la fuente", viendo sus ojos color cobrizo sentía como mi madre agarraba mi manita, pues ella sabía que yo necesitaba ayuda.
Y cuando El cogió el látigo, lo usó contra los poderosos, contra los mercaderes, de los que dijo "Es más difícil que entre un rico en el Reino de los Cielos, que un camello pase por el agujero de una aguja", pues Él sabía que los ricos no necesitaban ayuda.
Andrés Barés Calama
Escalcaoná*=sin el esmalte por algún golpe. Carambanera*= zona con hielo.
Rulaero*= Cuesta muy pendiente por donde deslizarse. Cogotones*= golpes en la cabeza.
Desmajeao*=Mareado.
Con Erguía en la Daira de Farsía (Smara) Campamentos de refugiados saharauis. África.