OPINIóN
Actualizado 20/03/2018
José Javier Muñoz

Al verle en su silla de ruedas convertido prácticamente en un guiñapo no pude por menos que sentir admiración por él. Hay que tener mucho coraje para enfrentarse a uno mismo y a la sociedad tan deformado y encogido. Pero la enfermedad que debilitó su cuerpo hasta el límite de lo soportable no fue óbice para albergar un cerebro privilegiado. Cuando visitó Salamanca a finales de los ochenta no podía articular palabra y se comunicaba mediante un ordenador y un sintetizador que convertía en sonidos sus pulsaciones sobre un teclado de signos. A pesar de ello, en la sesión científica en la que participó en el paraninfo del edificio histórico de la Universidad no se oía ni el vuelo de una mosca cuando un intérprete traducía al español el gangoso inglés de la máquina, y tampoco en el lapso, a veces largo, que el físico se tomaba para componer su texto en el ordenador. (*) Muy poco después leí su obra Historia del tiempo y, aunque ni siquiera podía entonces ampararme en la condición de profesor universitario (pues mi etapa docente comenzó en octubre de ese año), le escribí el 3 de marzo de 1989 a la Universidad de Cambridge para plantearle algunas dudas de su magnífica obra de divulgación científica. Transcribo aquí aquella carta: "Disculpe mi atrevimiento por plantear algunas dudas sobre su interesantísimo libro Historia del tiempo. A mi modo de ver, hay algunas cuestiones ?interrogantes fundamentales? que no quedan formuladas con suficiente claridad. Por ejemplo: admitiendo que el universo se expande, ¿hacia donde se expande?, ¿qué clase de realidad invade u ocupa cuando aumenta su tamaño? Si el universo existe; si la realidad es lo que existe, la nada no es sino un símbolo o un concepto filosófico? Luego, no se puede ir al lugar en que se encontraba la nada. Además, ¿acaso los sucesos no son sucesivos? Si entiendo por sucesivos no tanto que se produzcan uno detrás de otro cronológicamente como que ocurran sin pausas o interrupciones de no existencia, entre suceso o suceso (entre partículas u ondas)... ¿ existen vacíos o partes de nada?". No obtuve respuesta por su parte. De hecho, ignoro si recibió mi carta. Sin embargo, en julio de 2004 (cito el arranque de una entrevista de A. Goñi al doctor Xavier Barcons, investigador del CSIC) "el físico Stephen Hawking sorprendió en la XVII Conferencia sobre Relatividad General y Gravitación al asegurar que había revisado sus teorías sobre los agujeros negros. [?] No hay un universo ramificándose como pensaba antes". Obviamente, Hawking pudo reconsiderar su teoría sin influencia ajena, y no era el único científico que se planteaba tales incógnitas. James Trefil, catedrático de Física en la Universidad George Mason y ex asesor de la NASA, manifestaba en 1992 acerca de la naturaleza del Universo: "¿Dentro de qué se expande el Universo?: Si tuviera que redactar una lista de mis preguntas menos preferidas, esta estaría a la cabeza. No me desagrada la pregunta porque sea estúpida: de hecho, es muy profunda. La razón de que no me guste es que no puedo alcanzar una respuesta satisfactoria". Se nos ha ido uno de los más preparados para despejar la incógnita.

(*) De ¿Globalización o incomunicación?: J. J. Muñoz. Premio de ensayo Gran Vía 2011.

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