TEATRO
Actualizado 18/03/2018
Higinio Mirón

El grupo Lazarillo de Tormes cosechó un nuevo éxito con 'Teresa, la jardinera de la luz'

Cuenta la Historia que allá por el siglo XI una lucha intestina por el dominio de territorios y el poder exclusivo desencadenó una lucha entre hermanos. Uno de los puntos de conflicto tuvo lugar en una ciudad, que a orillas del Duero estaba acostumbrada a batallas y defensas, a torres y murallas, a palacios de nobles e iglesias donde refugiarse en Dios. Un rey hijo de reyes, quiso la poca herencia que a su hermana, mujer, se le había dejado, y Zamora, objeto del deseo, fue cercada, pero no arrebatada a su dueña, gracias a una traición. Lo que se había previsto como fácil conquista en tiempo y pérdidas, acabó siendo una situación larga y cara.

Zamora, la bien cercada, pasó a ser parte de los romances por un enfrentamiento donde la ambición envolvió una vez más a los importantes y poderosos de la tierra, infravaloró a las mujeres y olvidó las pequeñas grandes hazañas de los más invisibles. Esta ciudad leonesa, envuelta en la pétrea mantilla que es su muralla, moja sus pies de siglos desde su atalaya pedregosa en las aguas del Duero que baña tímido la meseta de piedra en la que se alza esta dama. Muchos siglos después de que la otra dama que en ella habitara en el Medievo, fuera cercada dentro de su ciudad, se abre una de sus puertas, la de san Andrés, para recibir a otra señora que en forma de historia no menos valerosa, se presenta ante las gentes zamoranas que tanto saben de luchas y vasallajes.

La magnífica y original iglesia que da nombre a esta puerta, san Andrés es una primitiva construcción del siglo XI, del que conserva sin duda muchos vestigios como la fachada principal o su torre desmochada. Fue remodelada en el XVI gracias a un noble zamorano que desde las Américas envió sus deseos y dineros para que esto fuera así. Don Antonio de Sotelo y Cisneros duerme para siempre en el mausoleo de mármol que la iglesia conserva en su interior, y que forma parte de una de las dos capillas gemelas que conforman el altar. Este fue el escenario que acogió en el día del Seminario de este 2018, la no menos original representación teatral Teresa, la jardinera de la luz que de la mano del grupo salmantino 'Lazarillo de Tormes', ha llegado a tantos puntos de nuestra geografía. Y que a pesar de los muchos compromisos adquiridos con la Diputación salmantina para llevar su obra a muchos más lugares de su provincia, hizo un particular hueco en este día, para celebrar con los seminaristas zamoranos su fiesta.

Una columna central que en el Altar Mayor hace de bisagra entre las dos capillas que se comunican, presenta a la Virgen del Pilar, y fue la mejor de las espectadoras a pie de escena. Para todos los que de este montaje han disfrutado, ya es obvia la naturalidad con la que Teresa, la jardinera de la luz da a conocer la historia de Teresa de Jesús en el mejor de los escenarios posibles, el altar de cualquier iglesia que se convierte en la del convento de Alba de Tormes donde asistimos en directo, pues en cada representación el público se transporta a aquel lugar en el siglo XVI, al momento en que la madre agonizante es defendida por sus hermanas carmelitas ante la Inquisición que quiere verla en la hoguera por sus palabras, obras y actos.

Y ante un selecto público, formado en parte por hombres de iglesia, presentes y futuros, de formación elevada o de incipiente vocación, y todos aquellos que asistieran por curiosidad o amor al arte dentro y fuera de escena, un concentrado y preciso guión de apenas una hora sí consiguió esta vez conquistar los corazones e intelectos de los allí presentes. La sencillez y propiedad con la que se cuida la puesta en escena en sus hábitos y elementos acordes con el momento que se nos hace vivir, hace ganar en intensidad los diálogos de un guión, que al igual que el atrezzo ha sido fielmente elaborado y trabajado por los componentes de 'Lazarillo de Tormes'. Su nada desdeñable música renacentista parece estar interpretada en realidad por las manos expertas del maestro Salinas, coetáneo de la carmelita.

Un bello techado morisco que cubre la gran nave de san Andrés, envolvió unas voces en chispeantes diálogos, enconados enfrentamientos, sentidas declamaciones líricas, lectura de textos o narración de hechos vividos gracias a la fuerza, dotes y convicción de una mujer que a pesar de los límites y barreras que su tiempo le impuso, se puso el mundo por montera y con Jesús de bandera se elevó a los altares del saber y la santidad. Fue luz de la inteligencia y del espíritu y los hombres, varones, altos y egregios tuvieron que reconocerla como doctora del saber en la Universidad y en la Iglesia. Que la luz de Teresa encienda muchas y auténticas vocaciones como la suya. La iglesia de san Andrés del Seminario de san Atilano de Zamora, puso voz a su fiesta. ¡Feliz día! Y bienvenidos sean los futuros pastores de la Iglesia en cuyo seno muriera orgullosa Teresa.

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