OPINIóN
Actualizado 15/03/2018
Redacción / Marta Martín Sánchez

El prior de la comunidad benedictina del Valle de los Caídos se niega a ir al senado. Suma y sigue: ese cenobio ya se ha negado en los últimos años a aplicar la ley de memoria histórica y ha ignorado varias sentencias que permiten la retirada de restos humanos de la basílica. Sin tener en cuenta la opinión del Patrimonio Nacional, que es favorable a ello.

No hay que extrañarse, dados los antecedentes. Los superiores del Valle nunca han estado por contemporizar. El primero de ellos, Fray Justo Pérez de Urbel, ya clamó en plena Guerra Civil contra una mediación internacional para lograr la paz: "no creo oportuno, ni aconsejable, ni tolerable una mediación (?) pues significaría la renuncia a nuestro ideal de una España católica y tradicional". Y por eso sirvió al franquismo toda su vida, tanto con la espada como con la pluma, siendo alférez provisional, procurador en cortes, consejero de la Sección Femenina, abad mitrado y autor de algún libro más falso que Judas.

Se ve que Fray Justo creó escuela. En 2005 el entonces abad Anselmo A. Navarrete concebía aún la Guerra Civil como cruzada e incluso creía que España estaba en una situación semejante a la del 36: "A la amenaza de desintegración de la nación española ?decía en su homilía a los Caídos el 19 de noviembre? ha precedido la quiebra de los pilares sobre los que se ha asentado: los valores religiosos y espirituales, la familia (?) Estamos viviendo tal vez la mayor guerra de religión". Y repetía, una vez más, que la basílica era símbolo de reconciliación y no monumento a la victoria. Quizá por eso en esos años y en tal fecha aún seguían acudiendo allí los falangistas con sus correajes, sus banderas de "gallina" y su "Cara al sol".

Y no. Lo de la reconciliación es una impostura tan grande como la cruz que exhiben. Franco, promotor de este monumental engendro, nunca lo concibió así. Puso la primera piedra el 1º de abril, primer aniversario del Día de la Victoria, y lo inauguró en la misma fecha 20 años después, ante las jerarquías del Movimiento y de la Iglesia y una masa vociferante de miles de excombatientes convocados de toda España, entre ellos 7.000 alféreces provisionales. Y en el discurso invocó una vez más la Cruzada, cuyo espíritu seguía vivo, pues "la lucha del bien contra el mal no termina ?dijo? por grande que sea su victoria (?) La anti-España fue vencida y derrotada, pero no está muerta". Y cuando los alcaldes de toda España reciben los oficios de los gobernadores civiles, que a su vez los reciben del gobierno de Franco, saben que son los restos de los "Caídos por Dios y por España" los que deben buscar para llevarlos al Valle. Hay abundante documentación de ello en los archivos provinciales y locales.

Siendo así, ¿cómo es que hay restos de republicanos en la cripta de Cuelgamuros? La historia es bien conocida: la construcción tardó 20 años y cuando las familias hubieron de dar respuesta a sus alcaldes ocurrió que muchas no mostraron interés y bastantes otros que sí querían no podían dar razón exacta del paradero de los restos. Por ejemplo, los muertos de la División Azul (que también entraron en el concurso) se hallaban "en Rusia" o "en el frente del Este"; otros de aquí señalaban el cementerio de una localidad (pero no más datos) o "la batalla del Ebro". Así que no había bastantes candidatos para rellenar tan vasto cenotafio y por ello se recurrió al traslado de restos de fosas comunes de republicanos asesinados. Con la diferencia de que esto se hizo sin el conocimiento ni el consentimiento de las familias.

¿Estamos en el siglo XXI o en la Edad Media, aún con los privilegios y la jurisdicción especial del clero? ¿Hasta cuándo el espíritu del franquismo seguirá imponiendonos sus designios?

(Imagen: depósito de restos en la cripta del Valle de los Caídos, años cincuent)

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