De vez en cuando vienen a mi cabeza momentos filosóficos cargados de profundos pensamientos. Hoy, al plantearme el artículo para "Salamanca RTV al día" me ha dado por pensar en la cantidad de discos duros que tengo de fotos y la cantidad de documentos, de escritos, que poseo, ante lo cual me preguntaba por qué hago fotografía? Y, ¿por qué escribo?
A medida que crecemos nuestras emociones se van haciendo más complejas: alegría, pena, triunfo, fracaso, soledad, plenitud, belleza, melancolía? de todo esto está hecha la vida y todo sigue, casi siempre, siendo un misterio.
Fotografiar significa observar, analizar el comportamiento de las personas, la función de los objetos, la función visible e invisible de la naturaleza y la relación que existe entre todo. Fotografiar significa apropiarte de un segmento minúsculo de la realidad pero dotada de todo sentido: A veces, una fotografía explica la vida.
Después de una gran parte de mi vida haciendo fotografías la vida sigue siendo un misterio para mí. Pero a veces cuando consigo hacer una buena foto descubro que todo puede tener sentido.
Una especie de gran y simple resumen a mi respuesta sería la misma que dio un gran alpinista, que al ser preguntado por qué subía a las montañas dijo que "porque están ahí".
Cuando hago fotografías interpreto el mundo por un visor, reproduciéndolo íntegramente, un universo que siempre es efímero y subjetivo, diferente cada vez. Me permite mostrar una nueva dimensión del mundo, distinta e irrepetible, el mismo universo de mi alrededor que puedo ver a simple vista, pero resaltando su belleza y todos sus aspectos, intentando crear un vínculo que supera lo más racional para llegar al alma.
Umberto Eco al preguntarle por qué escribía, dijo: escribo porque me gusta,
Yo digo: Hago fotografía porque me gusta.
Fotografiar es llegar más allá de lo que el ojo ve, es llegar al alma de las cosas es comprender la luz y dar sentido al caos. Mi cámara hace la foto pero yo quiero mostrar el alma de la imagen que veo.