OPINIóN
Actualizado 12/03/2018
María Jesús Sánchez Oliva

En Reino Unido la soledad ha dejado de ser un problema personal para ser un problema social. Se calcula que la tercera parte de las personas mayores que viven solas se pasan meses sin hablar con vecinos, familiares o amigos. A tal extremo ha llegado la situación que la primera ministra Theresa Mai anuncia la puesta en marcha de un ministerio con nombre de mujer: Soledad. Ante este panorama, más que una opinión, surgen muchas preguntas:

-¿Por qué cuando contamos con más recursos económicos y medios de integración nos dejamos vencer por este sentimiento que nos acaba enfermando del alma con tan penosas consecuencias que para aliviarlas los gobiernos tienen que crear un ministerio?

-¿Por qué convertimos a los abuelos en padres de sus nietos para trabajar fuera de casa, y una vez crecidos los hijos, nos olvidamos de ellos?

-¿Por qué ahora que estamos constantemente conectados con los que están lejos aunque no los conozcamos personalmente, no marcamos el teléfono de los que tenemos cerca, y si marcan ellos el nuestro, ni nos molestamos en descolgarlo?

-¿Por qué cuando tanto nos gusta hacernos voluntarios de organismos e instituciones que incluso reciben dinero público no nos enteramos que un vecino que vive solo se ha muerto hasta que el mal olor no nos obliga a llamar a la policía?

-¿Por qué pese a estar tan ocupados tenemos tiempo para ir todos los días al gimnasio, a clases de baile, de cocina y de todo cuanto nos digan que es importante para ser felices, y no lo tenemos para visitar a nuestros mayores?...

Pero las respuestas a estas y otras preguntas tan contradictorias no son las responsables de que la primera ministra británica se vea en la necesidad de crear un ministerio tan singular. Quedaría poco estudiado, poco oficial. Para ella son los efectos del divorcio, el aumento de años de vida y el de personas que viven solas, y no le falta razón. Pero sí son las que si no nos damos nosotros para cambiar harán que en poco más de una década también en España tengamos un ministerio con este nombre de mujer, que es muy hermoso sí, pero muy triste que tenga que llevarlo un ministerio, porque sería la prueba de que más que creciendo como personas, como individuos, como ciudadanos, estamos menguando.

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