En la víspera de esta celebración reivindicatoria, el peruano-salmantino y la nicaragüense, dejan su testimonio en verso
Los dos son poetas de reconocida trayectoria. Alfredo Pérez Alencart e Isolda Hurtado se conocieron personalmente hace pocas semanas, durante el XIV Encuentro Internacional de Poesía celebrado en Granada (Nicaragua). Pero su amistad viene de algunos años atrás, mantenida a través de correos electrónicos e intercambio de publicaciones. Una prueba de ello es la antología 'No Resignación. Poetas del mundo por la no violencia contra la mujer', coordinada por Alencart y por encargo del Ayuntamiento de Salamanca.
La misma fue editada en octubre de 2016. En la misma, entre los más de cien poetas de los cinco continentes, está el poema 'Los mercaderes del templo', de Hurtado, poeta, socióloga y traductora nacida en Granada, Nicaragua, en 1956). Es graduada por la Universidad de Loyola, en Nueva Orleans, y fundadora de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE). En dicha antología también aparecen los textos 'No Resignación' y 'No calles nunca', de Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca y colaborador de SALAMANCArtv AL DÍA.
En Granada Isolda Hurtado recibió el libro de manos de Alencart, libro que ya había recibido en formato PDF. Aquí reproducimos sus poemas para nuestros lectores.
NO RESIGNACIÓN
Es el mismo reloj que cambia su arena,
mientras se habla y se habla?
Olvidemos la historia: No resignación.
(Alfredo Pérez Alencart)
LOS MERCADERES DEL TEMPLO
Te mutilaron los mercaderes del templo
Entre sus burlas
rasgaron tu último grito
hasta inmortalizar tu sonrisa de muñeca
como se clava una espina
en la carne
y sangra.
(Isolda Hurtado)
NO CALLES NUNCA
La púa de las sañas al vaivén del infame
que dispara en plena frente: nunca calles
el mucho tiempo soportado sin sonrisas
por remar entre lágrimas de negro hervor,
víscera y hueso diluidos por quien ordena
con el tronido de sus dedos desgarrándote
hasta la córnea: nunca calles cada alegría
que te apetezca, cual huella de sueño libre
siempre en oasis para la caricia iluminada.
Me duele que maltraten tu cuerpo mudo:
golpes sin ruido para salpicar anonimatos
bajo el tajo fúnebre o arrojada al abismo
hasta desfallecer: nunca calles crueldad
alguna de aquel que te donó de su costilla
y ahora come tu voz o amartilla o tritura
voluntades: nunca calles ni enmascares
el canceroso trato aunque tu nido sea azul.
No hay bestias inocentes; no hay cicatriz
sin cuchillos filosos; no hay colmada paz
sin forcejeos: nunca calles las agresiones.
¡Solo tu clamor expulsará lo más abyecto!
(Alfredo Pérez Alencart)