OPINIóN
Actualizado 03/03/2018
José Luis Sánchez

Es costumbre casi diaria ir a la panadería, a la misma, a comprar el pan. En La Portuguesa, en el Alto del Rollo. Mi tienda está por allí y me queda cerca al mediodía, cuando vuelvo a casa para comer. Allí me reencontré con Manolo Herrero después de muchos años de oírle, de tener su voz en la memoria porque en aquellos años, cuando Antena 3 Radio, antes Radio 80?en fin, la cadena SER, Don Vicente, su padre, que era una leyenda de las ondas?en fin yo zascandileaba por las emisoras porque la radio engancha y, aunque nunca fui profesional del medio, husmeaba constantemente su universo.

Y cuando volví a verle un día y otro día en la panadería allí, hablando con Diego, el empleado, amablemente, de cosas, de asuntos banales, con tranquilidad, con ese sosiego suave que da el hablar por hablar?Manuel, cordial y con un punto de melancolía cuando le recordaba sus entradas en el programa de José María García.

Jubilado, creo que prematuramente, separado, viudo. Creo que la vida no le trató bien a Manuel Herrero, para mí, siempre un buen tipo sin entrar en otras cuestiones que no conozco ni me incumben. Un tipo que me llevaba, cuando hablábamos, a unos tiempos de eufóricas ilusiones en los trajines periodísticos.

Y cuando leo ahora que ha fallecido no sé cómo, me apena mucho. Cenando, cuando cojo un trozo de pan veo tu cara Manolo y me parece que llora lentamente la corteza. Aún eras joven, tío. Descansa en paz amigo.

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