OPINIóN
Actualizado 25/02/2018
José Antonio Mirón

Las enfermedades mentales son patologías crónicas de alta prevalencia con elevado impacto sociosanitario que se asocian a discapacidad funcional y, a riesgo de exclusión social. Esto lo saben bien las familias que tienen un miembro de la misma con algun trastorno mental. Además estos pacientes presentan comorblidad con otras enfermedades físicas crónicas lo que empeora su situación y, su abordaje asistencial. Además, por las características del paciente con enfermedad mental, su comorbilidad añadida y, por la falta de recursos y el estigma social su abordaje resulta hoy inadecuado conllevando más cronicidad, mayores tasas de recaídas y, problemas sociales. En consecuencia, la patología mental constituye un reto de Salud Pública en la mayoría de los países de nuestro entorno. Hoy existen falta de recursos asistenciales y, recae básicamente en las familias, en lugar de existir unidades y equipos multidisciplinares en hospitales, centros de salud y hospitales de día mejor dotados.

Por otra parte, la enfermedad mental se viene asociando con demasiada frecuencia a las Personas con Discapacidad Intelectual y del Desarrollo (PcDID) y, esta asociación no está fundamentada porque faltan estudios rigurosos y, sin sesgos profesionales como son los realizados a partir de personas institucionalizadas y, sin comparar y estandarizar con la población general. La última revisión sistemática en este ámbito de la discapacidad intelectual concluye que se necesitan más estudios para determinar la prevalencia de la enfermedad mental en adolescentes con parálisis cerebral. Es decir, faltan evidencias para afirmar dicha asociación. También por la escasez de estudios realizados con muestras de pacientes con discapacidad intelectual de las últimas décadas, dado que estos han mejorado su grado de integración social y normalización en la sociedad a través de sus asociaciones y centros de ocupacionales, de ocio y/o deportivos. Además, lo que han tenido y tienen las PcDID es fundamentalmente trastornos de conductas adaptativas por haberlas tenido recluidas, institucionalizadas o en casa y, tratadas básicamente con medicamentos antipsiquiátricos en lugar de otros tratamientos. Esto le ocurriría a cualquiera, y ocurrirá con mayor frecuencia en nuestra sociedad si a los niños y adolescentes se les sigue dejando pasar excesivo tiempo chateando por internet u otras tecnologías de la comunicación en lugar de estar jugando, haciendo deporte o simplemente paseando y hablando con sus amigos. Porque la Salud adaptativa se consigue en cualquier sitio menos en guetos ya sean estos familiares o institucionales y, la promoción de la Salud mental de las PcDID pasa por evitar su aislamiento integrándolos laboralmente e incluyéndolos en las dinámicas sociales habituales como a cualquier persona y, dejar de estigmatizarlos cuando no existen pruebas suficientes y, si conflictos de intereses que son difíciles de justificar.

En resumen, actualmente no existen pruebas (evidencias) suficientes para poder afirmar que la Discapacidad Intelectual y del Desarrollo se asocia a enfermedad mental. Lo que procede es hacer prevención fomentando actividades ocupacionales, de ocio y deportivas que mejoren su inclusión en la Sociedad porque las Personas con Discapacidad Intelectual y con otras discapacidades no dejarán de existir y, porque constituyen un valor añadido en una Sociedad que olvida lo fundamental y, necesita tratamiento en valores humanos cuando subvenciona más a otras especies que a las Personas con Discapacidad.

JAMCA

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Salud Mental @ Discapacidad