OPINIóN
Actualizado 19/02/2018
Jesús Garrote

Acabo de venir de Granada de un congreso, donde se exponían investigaciones sobre el fenómeno de las migraciones de menores no acompañados. MENA, MINA, etc, son muchas las siglas y más los prejuicios, juicios de valor y las profecías autocumplidoras.

Es un hecho vergonzoso para Europa y que incumple las leyes más sagradas de los derechos del niño y convenciones de Naciones Unidas. Unos tres mil se consideran en España y unos dieciocho mil en Italia y la escalofriante cifra de unos diez mil desaparecidos.

La falta de solidaridad entre países y regiones dentro de los países hacen que se estén devolviendo incuso a países de los que no provienen como Libia, Turquía, etc.

Los menores que llegan a un país tienen los mismos derechos que los niños del propio país, no se puede ser tan inhumanos y tan hipócritas.

Se hacinan en centros desbordados en Canarias y en Andalucía y las demás comunidades ponen muros invisibles para que no lleguen y no salpique el problema.

Nuestra percepción es distinta ya que pueden ser una solución al envejecimiento de la población y a la escasez de natalidad. Además mal está la explotación infantil pero tampoco está bien la imbecilidad infantil cuando metemos en una burbuja a nuestros hijos y les inutilizamos o les dificultamos incluso los sentimientos.

Yo he visto niños en Marruecos vendiendo zumos y chapurreando cinco idiomas, niños que han cruzado la península debajo un camión y que hoy han acabado una carrera universitaria. También he visto niños nacionales que pegan a su madre porque no les ha cargado el móvil.

Nos dedicamos a culpabilizar a los centros que los atienden, a la Iglesia, a las ONG, etc. Es verdad que hay errores imperdonables que hay que evitar, pero por abusos de una persona no se puede inhabilitar a toda la institución donde hay miles de personas. Es muy fácil opinar y juzgar desde la barrera de quien no hace nada. Es sencillo opinar sin conocer a las personas a los niños y las políticas discriminatorias de un capitalismo sin alma.

Los recursos tienen que llegar directamente a los niños, no gastarlo en políticos y en supuestos "salvadores" que malgastan el dinero en hablar del sexo de los ángeles.

Tenemos que comprometernos todos los recursos de la comunidad educativa de toda Europa, y ofrecer escuela, formación profesional, animación sociointercultural, teniendo en cuenta los orígenes y el futuro de estos niños que también sirven de ejemplo a los nuestros. No se les puede criminalizar porque la delincuencia, las drogas, la prostitución, etc, va unida a la exclusión social no a la inmigración.

A muchos niños los han enviado sus padres para sacarlos de la guerra y otros se han ido sin que lo sepan sus familias. El problema fundamental es su vulnerabilidad ante las múltiples mafias. Creer que el futuro de la humanidad está en el mestizaje.

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