El agente de mayor importancia en las organizaciones humanas, es la persona que lidera, organiza, dirige, planifica y orienta la voluntad de los subordinados con su bastón de mando, porque lo fundamental para hacer una banasta no son las mimbres sino el artesano que elabora el cesto, por defectuosos y deteriorados que estén los brotes de sauce.
No existe aparato automecánico que funcione sin motor que active su movimiento, ni tren que circulen sin locomotora que tire de los vagones. Así ocurre en nuestra vida social, política, empresarial, financiera y doméstica, siendo el jefe quien determina el futuro, la eficacia, el éxito y la vida de cualquier organización humana.
Estas personas reciben diferentes nombres con igual significado según la institución, organismo, entidad o asociación que dirijan: en los partidos políticos, se llaman líderes; en las entidades bancarias, presidentes; en los hospitales, gerentes; en los centros educativos, directores; y en las pequeñas empresas, simplemente, eso, jefes.
Dicho esto, es fácil explicar qué sucede en organizaciones dirigidas por ciertos líderes, presidentes, gerentes, directores y jefes, donde la desgana, el desorden, la desorganización, el despilfarro y la corrupción campan por sus respetos, llevando empresas a la bancarrota, arruinando entidades bancarias, disolviendo sociedades, quebrantando la moral que nos dignifica y causando un daño irreparable en la sociedad, en muchos casos con total impunidad y beneficio para los enviciados o incompetentes que lo provocaron.