El sacerdote Francisco Buitrago. Foto: Diócesis


LOCAL
Actualizado 17/02/2018
R. M. F.

Leerá el pregón de la Semana de la Solidaridad, el domingo 25, y una calle llevará su nombre como agradecimiento a los 25 años de trabajo junto al padre Antonio Romo

La Semana de la Solidaridad que celebra cada año Puente Ladrillo, cuenta esta edición con un protagonista especial, el sacerdote Juan Francisco Buitrago Pérez, que será este año el encargado de leer el pregón de la solidaridad, el próximo domingo, 25, y tendrá una calle con su nombre en el barrio, aunque no podrá inaugurarse esta Semana de la Solidaridad. El zamorano Francisco Buitrago es desde julio de 2015 párroco solidario de Alba de Tormes, Anaya (Herrezuelo), Navales, Amatos de Alba, Garcihernández (La Lurda), Peñarandilla, Martinamor y Valdemierque.

Fue en 1997 cuando comenzó su labor junto al también sacerdote Antonio Romo en el barrio como responsables de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, aunque afirma que conoció Puente Ladrillo a principios de los 80. Más de 25 años en el barrio que ahora le rinde su particular homenaje. Humilde y orgulloso de Puente Ladrillo, un barrio que define como "vivo", afirma a SALAMANCArtv AL DÍA que hay palabras que vincula directamente a este lugar y a sus vecinos: lucha, familia, trabajo comunitario y, sobre todo, solidaridad.

¿Cómo ha recibido este reconocimiento con el pregón y el nombre que llevará una calle del barrio?

Es un barrio al que quiero mucho, he estado mucho tiempo, unos 25 años y es un agradecimiento, aunque no me lo merezco. Lo que he hecho es aportar un grano de arena, hay tanta gente que ha ayudado? Estoy un poco abrumado, agradezco el cariño, pero me hubiera gustado más que hubiera sido un nombre más colectivo para la calle, menos centrado en mi persona. Hay palabras que definen lo que es y ha sido Puente Ladrillo: acción, trabajo comunitario, lucha, fiesta, solidaridad y, sobre todo, familia. Es un reconocimiento para todas las personas que me han ayudado en la vida.

Comenzó con el padre Antonio Romo.

Sí. En realidad el comenzó ocho o nueve años antes que yo. Antes de ordenarme de cura estuve haciendo tres años de pastoral, hasta que me ordené en 1987, estuve fuera hasta 1992 y regresé. Llevaba algunos pueblos y en 1997, ya me destinó el obispo Mario Rubio a Puente Ladrillo incorporándome de pleno, y hemos estado hasta 2016.

Más de 25 años, toda una vida en el barrio, ¿cómo lo ha visto evolucionar?

Ha pasado por distintas etapas. Lo conocí cuando era pequeño, tenía 500 habitantes aproximadamente y después ha vivido una expansión tremenda. Ha habido un avance en muchos sentidos, aunque a veces ha sido difícil la integración, pero lo que hemos hecho es intentar que las nuevas realidades se integraran y la zona más antigua, con mucha historia, sirviera de imán y atrajera a los nuevos vecinos. El barrio cuenta con espacios humanos muy positivos, hay asociaciones, es un barrio con vida, aunque siempre queda algo por hacer, pero me siento orgulloso de este barrio porque veo que hay vida.

Destaca que es un barrio con vida.

Sí. En Puente Ladrillo hay espacios, ámbitos y grupos, hay vida y personas que siguen trabajando por el barrio y por las personas más desfavorecidas, sigue adelante y se mueve.

¿Y uno de los recuerdos que guarda de tantos años en Puente Ladrillo?

Celebré allí mis 25 años de sacerdocio, fue un momento entrañable porque los vecinos se volcaron conmigo.

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