OPINIóN
Actualizado 13/02/2018
Fernando Robustillo

Hoy martes y trece, víspera de San Valentín, nos ha parecido más acertado cliquear un poema hacia la cesta de la compra, que ser unos osados triscaidecafóbicos (por favor, que no les caiga en Pasapalabra) perdidos por la ciudad a la búsqueda del tanga núm

Ah, y piense que la poesía, aun siendo muy seria, siempre es amor o desamor y nunca está reñida con el humor o con el malhumor. Aristas de ello son unos inmejorables versos resentidos de Rosalía de Castro: "No cuidaré los rosales / que dejó, ni sus palomos; / que se sequen, como yo me seco, / que mueran, como yo muero"; o el amor incondicional en Luis Cernuda: "Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien / cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío".

Seguiríamos con poemas diáfanos de los eternos consagrados Bécquer, Rubén Darío, Machado, Santa Teresa o un Lope desengañado: "amor es beber veneno por licor suave", ¡reléanlos cuanto quieran!, pero hemos de dar paso a los poetas vivos. Y desde mi modestia, he aquí un poema nuestro, sin título, para quien le corresponde y para la vida; así lo dijo Cervantes: "para escribir poemas, de amor, se ha de estar enamorado".

Alimentado de besos y caricias,

pureza que no rompiera el sexo

sin seguro de amor que lo cubriera.

Excelso es el amor si es isla joven

en cuerpo amenazante de tsunamis

donde vida es hoy, mañana

[nadie sabe.

Ese es el juego del presente,

aunque el tiempo falsee cuando mozo

al caparazón que nos lleva hasta la muerte.

No existe otro ombligo, no existe

[otra suerte...

en la memoria, sólo el Amor trasciende.

(Inédito)

(La ilustración que acompañamos es de Toñi Fuentes, cuarenta años juntos).

Fernando Robustillo Rodela

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