CULTURA
Actualizado 23/01/2022 13:26:02
Redacción

Se trata de una celebración de origen prerromano que posiblemente la Iglesia cristianizó, haciéndola coincidir con la festividad de San Antón, protector de los animales

Es la única mascarada de invierno en la provincia de Salamanca y un patrimonio a conservar. Se trata de una celebración de origen prerromano que posiblemente la Iglesia cristianizó haciéndola coincidir con la festividad de San Antón, protector de los animales.

Las fotografías corresponden al año 1950, donde se ve cómo los jóvenes de entonces se divertían con sombreros, y lo más animado de aquellos momentos.

Otros montados en mulos o borricos, corrían por la calle para internar romper los cántaros de barro y ver que sorpresa les tocaba, y el momento de más emoción y risa era cuando se rompía el cántaro de agua con el consiguiente chapuzón y risas del todo el personal.

Por la noche, los jóvenes dispuestos a pasarlo bien, se dedicaban con cencerros, con botellas y con paja a recorrer el pueblo por su parte exterior, vestidos con sombreros y trajes originales, siempre dispuestos a meter mucho ruido.

Una tierra que hacía de estas fiestas tan sencillas un momento grande del año. Los tiempos evolucionan, pero el alma de un pueblo sigue viva, sin ella no hay pueblo.

Fotografías: Bufa de Aldeádavila de la Ribera (Mascarada de invierno.1950)

Fuente: Turismo y Cultura en Las Arribes del Duero

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