La localidad celebró la segunda edición de su matanza típica en la que se nombró como matanceros de honor a Antonio Martín y María Asunción Anaya
La segunda matanza tradicional de Sequeros se ha convertido hoy en toda una fiesta gastronómica en la localidad. Los presentes han disfrutado de un sacrificio ameno, explicado paso a paso y con gran cantidad de degustaciones a lo largo de la jornada. La edición se caracterizó además por ser la primera en la que se nombraron matanceros de honor, recayendo el honor en los vecinos de la localidad Antonio Martín y María Asunción Anaya.
La jornada comenzó en torno a las diez y media, con la llegada del marrano ya sacrificado y listo para el chamuscado, despiece e inspección de las piezas. Tanto los matarifes, como "El Pregonero", personaje ofrecido por la Diputación de Salamanca, dieron cuenta al público de todos los pasos que se daban, desde la preparación de los utensilios, hasta las características de cada pieza. Joaquín del Río, repitió como jefe de la cuadrilla de matanchines, y deshaciendo el cerdo con gran habilidad al cuchillo.
El público participó a continuación en la subasta de las piezas ya preparadas, momento que aprovechó el alcalde, Mauricio Angulo, para nombrar a los matanceros de honor, acto que fue muy emotivo por ser sorpresa para los protagonistas: María Asunción Anaya y Antonio Martín. "Me encanta que la gente venga al pueblo a vernos por la matanza, siempre ha sido una fiesta y espero poder verla por muchos años", señaló Martín tras vestir la camisa de matancero de honor.
Pero sin duda, el mayor protagonista fue el buen yantar. Desde primera hora las voluntarias ofrecieron vino, aguardiente y dulces a todos los presentes. A los que siguieron hígados, chichas, morro y jamón, con la degustación de loncheado a cargo de la Asociación de Cortadores de Jamón de Castilla y León. La comida estuvo lista en torno las 14:00 horas, con un menú a base de patatas meneás, torreznos, parrillada y limonada sequereña.
La jornada finalizó con la obra 'El Poeta y el Viento' de la compañía Katua & Galea en el teatro León Felipe y una chocolatada que sirvió de postre a un día repleto de tradición y buen sabor.