OPINIóN
Actualizado 31/01/2018
Juan Antonio Mateos Pérez

La cultura de la Paz, es una nueva refundación del ser hombre a través de la educación Ernesto Balducci La educación para la paz debería enseñarnos a perder el miedo a la diferencia del otro, a tratar a las demás culturas en igualdad de condiciones, vac

En la mayoría los colegios y centros educativos, cada 30 de enero recuerdan el año "Día Internacional de la Paz y la no Violencia", coincidiendo con la muerte Mahatma Gandhi líder nacional y espiritual de la India, asesinado a tiros en 1948 por un integrista hindú. Esta hermosa iniciativa no gubernamental, surge en el año 1964 instituida por profesor mallorquín Llorenç Vidal, que buscaba una nueva forma de educar en la paz y la no violencia.

Poeta, educador, pacifista, trovador de la paz. Maestro por la Escuela Normal de Palma, licenciado y doctor en Filosofía y Letras en Pedagogía por la Universidad de Barcelona, profesor de primaria, bachillerato y enseñanza universitaria, así como inspector de Educación en Cádiz, Ceuta y Baleares. Ha recibido números premios, tanto como pacifista y defensor de la no violencia, así como poeta.

Su objetivo al crear un día tan señalado, fue la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. El lema que acompaña a El Día Escolar de la No Violencia y la Paz se sostiene en: "Amor universal, no-violencia y paz. El amor universal es mejor que el egoísmo, la no-violencia es mejor que la violencia y la paz es mejor que la guerra".

No es fácil educar en la paz y la no violencia en un mundo donde la indiferencia parece la pauta más generalizada. En una sociedad que mira para otro lado, y no se moviliza ni de corazón ante millones de personas que tienen que abandonar sus hogares por culpa de una guerra, la violencia y la persecución. Una cultura que lo que primerea es la incertidumbre y el miedo, no es fácil la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los derechos, y poder imaginar un mundo donde las fuerzas globales estén sorprendentemente renovadas por la justicia y la equidad.

Toda la vida de Mohandas Karamchand Gandhi, está sostenida por su compromiso con la paz y la justicia ancladas en la doctrina de la ahimsa, la no violencia. Su compromiso con la paz y la lucha de la no violencia, le llevará a pasar numerosos periodos en la cárcel. Su mensaje y activismo siguen vivos en la actualidad, como la lucha por la dignidad de la persona, la inculturación, la espiritualidad interior como camino para llegar a una sociedad más justa, no contribuir con las desigualdades y las injusticias, la lucha pacífica. El escritor Rabindranath Tagore que respetaba enormemente a Gandhi, aunque no compartía muchas de sus ideas, le dedicó el apodo mahatma, alma grande en sánscrito, así es como muchos conocen al gran defensor de la no violencia.

Nos sorprenden nuestros políticos cuando hablan de paz, pero no son capaces de consensuar un sistema educativo con hondura y que pueda estar atravesado por la paz y la no violencia, escuchados todos los agentes que participan en la misma. Educar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsabilidad, para la comprensión y el manejo positivo de los conflictos, así como potenciar los valores del diálogo y el intercambio y revalorizar la práctica del cuidado y de la ternura, todo ello como una educación pro-social que ayude a superar las dinámicas destructivas y a enfrentarse a las injusticias.

Hoy es muy necesaria una educación para la paz, así como la disidencia y la responsabilidad, para poder luchar contra la pereza y la tendencia al conformismo y el silencio que la sociedad fomenta (Mayor Zaragoza). Tenemos la obligación moral de fomentar en nosotros como sociedad, en nuestros hijos, en nuestros alumnos la capacidad de oponernos a muchas cosas que nos ofrecen como normales y cotidianas pero que generan violencia e injusticia.

Fomentar el valor de la libertad, la autonomía y el compromiso, para colaborar y trabajar en grupo para resolver y trabajar por una sociedad más justa, pacífica y democrática. Desde la educación para la paz, nos ayudará a la transformación creativa de los conflictos en base al conocimiento, la imaginación, la compasión, el diálogo, la solidaridad, la integración, la participación y la empatía.

La Paz que buscamos no es independiente de la justicia, sobre todo de la justicia social. La Paz está asociada a la voluntad de cambio que alienta las transformaciones urgentes de las condiciones de vida de las mayorías más necesitadas y que reciben mayor violencia. La paz, no es otra cosa que la síntesis de la libertad, la justicia y la armonía. La violencia como la paz, son fenómenos culturales, resultados de las decisiones humanas, podemos educarnos en uno o en otro, pero la ilegitimar moralmente la violencia, es un reto cultural urgente y necesario.

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