OPINIóN
Actualizado 18/01/2018
Luis Castro Berrojo

Es difícil calibrar toda la dimensión humana del ex diplomático Inocencio Arias. Ha estado en más de 80 países, ha escrito un puñado de libros ?entre ellos un diccionario de fútbol?, ha sido directivo del Real Madrid y del club Siglo XXI, actor de cine, profesor y ahora contertulio de la COPE. Y ha desempeñado todas las funciones diplomáticas, excepto la de ministro. Quizá en esto haya influido su lengua viperina, poco diplomática. Juzguen ustedes: "Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones" es el título de su último libro, que vino a presentar la semana pasada ante el respetable del casino de Salamanca.

Si el libro es como su presentación, va sobrado de anécdotas y falto de lo que uno podría esperar de un ex diplomático: referencias a la política exterior española. Repaso mis notas y apenas puedo recordar algunas. Arias elogió a Felipe González y a Aznar, pero por razones opuestas. Al primero, por haber cambiado de postura sobre el ingreso de España en la OTAN; al segundo, por mantener sus ideas contra viento y marea: "dijo que íbamos a entrar en el euro y entramos en el euro". Y con Rato en el ministerio de economía, por más señas, ese que privatizó a tope las empresas públicas y puso las bases para la crisis económica en la que aún estamos. (Bueno, lo de Rato no lo dijo Arias, lo reconozco). Arias ha conocido a todos los presidentes de gobierno, desde Aznar a Rajoy, de los que señaló sus distintos talantes y aptitudes, y censuró en todos ellos su desconocimiento del inglés (no sé qué pensará de esto Aznar, que cobra más de 30.000 dólares por charla en sitios como Georgetown). Pero pudo añadir que alguno de ellos ni siquiera se maneja bien en su propio idioma. Nosotros, por el contrario, tirando también de lengua viperina, podríamos recordar lo que se decía del escritor y diplomático Madariaga, quien sabía siete idiomas. Y vaya lo uno por lo otro.

Ante esa escasez de ideas sobre la política exterior uno del público le preguntó en el coloquio acerca de ello durante el periodo de Suárez (1976-1981) y sobre la posibilidad entonces de un enfoque de la política exterior y de defensa menos dependiente de Estados Unidos y más activa en Latinoamérica y en los países árabes (lo que el ex ministro Castiella denominó en 1976 "neutralidad activa"). La respuesta de Arias fue un equivalente a lo de "como sé que te gusta del arroz con leche?".

Esperemos que el próximo ponente sea más explícito y que el casino, uniendo lo educativo con lo ameno, siga programando este tipo de actos. Pero será difícil superar la anécdota con que Chencho Arias remató su charla: una vez, Marilyn Monroe visitó a su suegra junto con su marido Arthur Miller. Mientras tomaban el té, se vio en la necesidad de usar el lavabo. Allí abrió los grifos del agua para ocultar algún otro sonido inconveniente. Cuando se fue, las vecinas preguntaron a la Sra. Miller sobre Marilyn, y ella respondió:

-Es una chica sencilla y simpática. Pero mea más que un caballo.

Hasta Unamuno, en busto presente, esbozó una sonrisa.

Moraleja, según Arias: nada es lo que parece.

Pues eso.

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