Luis García Jamb rina añade un nuevo "manuscrito" a su serie con Fernando de Rojas


CULTURA
Actualizado 09/01/2018
Charo Ruano

Este martes aparece en las librerías lo último del escritor zamorano: 'El manuscrito de fuego', obra que será presentada en el Edificio Histórico de la Universidad el 25 de enero con motivo del VIII Centenario

Decir Luis G. Jambrina es hablar de un profesor, crítico excelente y escritor o tal vez y desde hace unos años, escritor, profesor y crítico, porque lo que ha demostrado Luis G. Jambrina con creces es que se mueve como pez en el agua en esto de la literatura y si además se trata de mezclar historia, ficción y un punto de novela negra, lo borda. En este tercer manuscrito, El manuscrito de fuego (El manuscrito de piedra, El manuscrito de nieve) se supera con creces a nuestro entender, y hace de la corte, de la historia, de la Universidad y de un bufón que fue mucho más que eso, una novela fascinante que hará que nunca volvamos a ver la fachada de la universidad de la misma manera. Y de la rana ni acordarnos. Felicidades.

Un enigma histórico real. Un crimen sin resolver del siglo XVI. Un investigador excepcional. Buenos mimbres para construir su último libro.

El punto de partida de la novela es el asesinato en Béjar de don Francés de Zúñiga, también conocido como Francesillo de Zúñiga, el que fuera bufón de Carlos V, a manos de unos desconocidos en febrero de 1532. Este es el primero de los 'manuscritos' en que me ocupo de un asesinato real, de un crimen que quedó sin resolver, tal vez porque ni siquiera se investigó, y eso que había muchos posibles sospechosos. Y el pesquisidor vuelve a ser Fernando de Rojas, que tendrá que investigar el caso por encargo de la emperatriz Isabel de Portugal, que a la sazón era gobernadora de Castilla y estaba en Medina del Campo.

¿Quién mató al único hombre que supo hacer reír y se atrevió a decir la verdad al emperador Carlos V? ¿Por qué Carlos V prescindió de él?

A la primera pregunta no puedo contestar, pues, si lo hiciera, destriparía la novela o haría spoiler, como se dice ahora. Lo que sí puedo adelantar es que en ella se pasa revista a muchos sospechosos hasta llegar a la resolución del caso. Y es que don Francés, que era muy ingenioso y mordaz y tenía una lengua viperina, se granjeó muchos y muy poderosos enemigos. Tres años antes de su muerte, el emperador lo expulsó de la corte por haber proferido con demasiada insistencia un comentario crítico sobre su persona y la manera de tratar a algunos cortesanos. Seguramente, esa fue la gota que colmó el vaso; para entonces el emperador se había vuelto muy serio y ya no soportaba ciertas verdades de aquel que años atrás había disfrutado de su privanza, confianza y protección. Digamos que a Carlos V se le subió el Imperio a la cabeza, nunca mejor dicho.

Dos figuras tan atractivas como don Francés de Zúñiga, Francesillo, y Fernando de Rojas, en esta ocasión ya con unos cuantos años a sus espaldas y de regreso a Salamanca.

En ese momento, Rojas tiene ya cerca de sesenta años y las facultades muy mermadas. Vive retirado del mundo y se ha vuelto muy escéptico con respecto a los seres humanos. Pero no le queda más remedio que aceptar el caso, aunque sea a regañadientes. Eso le obligará a regresar a Salamanca, de la que lleva ausente mucho tiempo, y a enfrentarse con algunos fantasmas de su pasado. En el curso de la investigación, irá aumentando su fascinación y admiración por don Francés, que resulta ser una persona mucho más compleja de lo que en un principio pensaba. También descubrirá algunas cosas relacionadas con su propia vida.

"Comienzo a sospechar que no solo la muerte, sino también la vida de don Francés está llena de lagunas y misterios", dice Fernando de Rojas. Sigue habiendo lagunas y misterios en torno este personaje y me imagino que eso hizo que usted se detuviera en él.

"Ese es uno de los objetivos de la novela, que los salmantinos y los visitantes vean la fachada de la Universidad de otra manera"

Es un personaje muy poco conocido y del que casi no se sabe nada, y, de lo poco que se sabe, muchas cosas son pura leyenda. De modo que todo él es un misterio; de ahí mi interés por su figura. Desde luego, es un personaje único y singular, complejo y contradictorio. Nacido y criado en la villa bejarana, hoy sabemos que no es cierto que fuera hijo de un sastre ni de origen converso, como él llegó a insinuar más de una vez. Desde muy temprana edad, entró al servicio del segundo duque de Béjar, don Álvaro de Zúñiga, y, en 1522, empezó a ejercer como truhan, albardán u hombre de placer, que así era como entonces se les llamaba a los que desempeñaban su particular oficio en la corte. De su paso por ella dejó constancia en diversas cartas y en una célebre 'Crónica burlesca', donde no deja títere con cabeza y donde demuestra ser una persona instruida y amante de las letras.

Y después de leer su libro será difícil que alguien vuelva a mirar la fachada de la Universidad de la misma forma.

Ese es uno de los objetivos de la novela, que los salmantinos y los visitantes vean la fachada de otra manera, con una mirada nueva, y que no se fijen solo en la famosa rana. La portada, uno de los grandes monumentos de la ciudad y el principal icono de la Universidad de Salamanca, de la que este año se celebra el VIII Centenario de su nacimiento, está llena de símbolos y enigmas, algunos poco atendidos hasta ahora.

Novela histórica y también novela negra, continúa la serie iniciada con El manuscrito de piedra. Una combinación de intriga detectivesca, ambientación histórica y personajes memorables.

El manuscrito de fuego mantiene las mismas características que El manuscrito de piedra, y yo diría que las depura y las intensifica. En ella hay, además, numerosos guiños a aquella primera novela. De modo que lo que hace es ampliar, completar y enriquecer ese mundo inaugurado hace diez años, con nuevos personajes y nuevos escenarios, y con la perspectiva del tiempo transcurrido entre las anteriores y las nuevas aventuras. De hecho, esta nueva novela se sitúa en una nueva época, de gran esplendor par la ciudad de Salamanca y para la Historia de España.

Mezcla a la perfección personajes reales y de ficción, hechos históricos y sucesos surgidos de su imaginación, sin que el lector llegue a distinguir los unos de los otros en muchas ocasiones. ¿Esto no le da un poco de miedo?

Yo creo que los lectores son conscientes, por lo general, de que la verdadera novela histórica consiste precisamente en eso. Naturalmente, no es mi pretensión ofrecer la verdad histórica o científica de los hechos, ya que de ningún modo es posible determinarlas, debido a la ausencia de pruebas y de la documentación pertinente, sino lo que podríamos denominar la verdad poética, una verdad acorde con los datos conocidos y coherente con el relato de lo que sabemos de la vida de don Francés y con su condición de bufón y hombre de letras. Mi intención ha sido, sobre todo, rescatar a Francesillo del olvido y convertirlo en un símbolo.

No se ahorra en ningún caso la crítica, crítica social, cultural y política. Gobernantes, clérigos, profesores eminentes, el emperador y sus reformas, las tensiones en la corte, las luchas en la Universidad?

Es un período muy conflictivo y lleno de tensiones sociales, políticas y religiosas, en el que la Universidad de Salamanca, por ejemplo, se juega su independencia y su futuro. Siguen todavía abiertas las heridas que dejó la guerra de las Comunidades. La corte es un hervidero; por todas partes cunde el descontento?

"En la novela, se da a conocer un dato hasta ahora ignorado sobre Francesillo que conduce directamente a Salamanca, donde podría estar la clave de muchas cosas..."

Al leer su novela una tiene la impresión de que Carlos V no es santo de su devoción, no así su mujer Isabel de Portugal, uno de los personajes femeninos, que dibuja de forma más fascinante.

Yo al final siento simpatía por casi todos mis personajes, por unos más que por otros. En el caso de esta pareja, muestro a un Carlos V obsesionado por el Imperio que quiere construir y muy descuidado con las cosas de acá: especialmente con Castilla y con su propia esposa? Eso también explica que, en un determinado momento, se desprenda de su querido bufón. Isabel de Portugal, sin embargo, se mantuvo al pie del cañón y fue una buena reina y gobernadora de Castilla, a pesar de no contar con el apoyo y el aprecio de la corte ni del pueblo. De ahí el cariño y la admiración que por ella siente don Francés, como se aprecia en alguna de sus cartas.

Y una Fachada que se supone va dando cuenta de lo que ocurre

La fachada se termina de construir, al parecer, en 1529, el mismo año en que don Francés es expulsado de la corte y regresa a Béjar. En la novela, se da a conocer un dato hasta ahora ignorado sobre Francesillo que conduce directamente a Salamanca, donde podría estar la clave de muchas cosas, y a algunos catedráticos que en aquel entonces impartían sus lecciones en el Estudio. Los enigmas relacionados con la vida y la muerte de don Francés se entrecruzan, pues, con algunos enigmas de la Universidad de Salamanca.

Los escenarios Béjar, Medina del Campo, Salamanca sus callejuelas, sus tabernas, sus posadas? y una labor de documentación que ha debido ser intensa, porque no deja usted un cabo suelto.

La labor ha sido intensa y compleja. Pero, por suerte, he contado con la con la impagable ayuda de José Antonio Sánchez Paso, el principal especialista en el bufón bejarano y editor de la famosa Crónica burlesca, publicada hace años por Ediciones de la Universidad de Salamanca, que me pasó varias cajas con libros, artículos y documentación, así como de Óscar Rivadeneyra Prieto, autor de varios trabajos sobre don Francés, entre otros. Con ellos me he pateado Béjar y alrededores. Así que he disfrutado y aprendido mucho durante el proceso.

La aparición de Alonso, el estudiante que ayuda a Fernando de Rojas, no diremos más para no estropear la sorpresa, es un guiño humorístico. ¿Es el final del ciclo de los manuscritos o solo quiere jugar al despiste?

Alonso surgió por necesidades de la trama, ya que Rojas precisaba un ayudante. Pero pronto acabará viendo en él un reflejo de su añorada juventud. A través de él continúo el juego literario iniciado en los dos primeros 'manuscritos'. A petición de Rojas, será el encargado en recoger por escrito las aventuras de Rojas. En el epílogo de la novela, queda abierta la posibilidad de que haya nuevos 'manuscritos' en los que se narren casos anteriores de Fernando de Rojas. El apellido de Alonso explicaría la razón de que, siglos después, yo pueda dar a conocer todas estas historias y aventuras.

Y qué aconsejaría a quien después de leer su libro se acerque a la fachada de la Universidad y quiera ver, quiera entender, o sobreentender.

Yo le pediría que se dejara llevar por la propuesta de interpretación o reinterpretación que se hace en mi novela y que se basa en el contexto histórico y político en el que está envuelta la Universidad de Salamanca en ese momento. Para mí la fachada es una obra maestra de la ironía y la ambigüedad, y lo que yo he hecho es darle una vuelta de tuerca más en ese sentido. Ojalá la figura sobre la que yo pongo el foco en la ficción consiga hacerse tan popular como la rana.

¿Hay ya prevista alguna presentación de El manuscrito de fuego en Salamanca?

Dado que esta novela, al igual que los dos 'manuscritos' anteriores, constituye también un homenaje a la Universidad de Salamanca en el año de su VIII Centenario, se presentará en el Edificio Histórico de la Universidad, el de la fachada, el 25 de enero, a las 19:30, con presencia del rector Ricardo Rivero y del escritor Gustavo Martín Garzo. Y están todos invitados.

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