OPINIóN
Actualizado 04/01/2018
Luis Miguel Sánchez Gil

«La manera de empezar a pensar si nos parece bien que una sociedad rechace a los pobres es saber que eso es lo que está pasando»

Adela Cortina

Podría haber sido turismofobia, uberización, machoexplicación, aprendibilidad, noticias falsas, bitcóin, odiador, soñadores, trans o spoiler, como lo fue escrache, selfi, refugiado o populismo. Sin embargo, con la mayor potencia del mundo presidida por un empresario, incipientes conflictos motivados por el poder económico y unos índices de pobreza muy preocupantes, la palabra del año 2017 ha sido aporofobia. Un hecho metafórico si se atiende a que en el nombre de la fundación encargada de la elección figuran las siglas de una entidad bancaria, gremio que impulsó otros términos ?tan vinculados a la aporofobia? como el de desahuciado.

A pesar de su reciente incorporación al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en el que se acota como "fobia a las personas pobres o desfavorecidas", la aporofobia no resulta un fenómeno emergente. Existen evidencias de esta patología social en otros tiempos, con paradigmas como el del filósofo cínico Diógenes de Sinope. La filósofa Adela Cortina ?referencia por su excelente trabajo en este ámbito? la concibe como una realidad universal de rechazo y odio al pobre proveniente de los que se creen superiores o se encuentran mejor situados y que, en muchas ocasiones, ha sido enmascarado tras etiquetas como xenofobia o racismo.Una vez más, un concepto ciertamente abstracto como el de aporofobia nos invita a reflexionar sobre el motivo de conductas como la negación de una mirada, un gesto o unas palabras a otros iguales, por la circunstancia ?tantas veces fortuita? de ser pobres. Los vientos del año 2017 ya resuenan pasados, pero hay mucho por hacer para que su palabra también nos evoque otra época.

Les deseo un próspero año 2018.

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